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lunes, 30 de junio de 2014

Bewaarder




                                                                      Capitulo 5


Londres, Inglaterra

Alan Brown estaba nervioso, el maestre druida se acababa de poner en contacto con él, le había dicho que los bewaarder habían sido activados y necesitaban su ayuda. Era un viejo extraño, todavía después de diez años, Alan seguía preguntándose porque el druida confiaba en él, un anakim, los peores enemigos de su raza, pero allí estaba, pidiéndole ayuda, una ayuda que Alan jamás le negaría a Lein, el viejo druida y su comunidad habían hecho mucho bien limpiando el mundo de criaturas oscuras, era una lástima que se reprodujeran con la misma rapidez y que él, Sir Alan Brown, fuera uno de ellos.
Él era un ángel caído, una criatura inmortal e indestructible, ¿Por qué ayudaba a los enemigos de su raza? Se hacia esa pregunta todos los días, y siempre se daba la misma respuesta, él no era un monstruo, solo se había negado a obedecer algunas de las leyes de Yahveh, sobre todo la ley que les prohibía bajar a la tierra y relacionarse con las hijas de Eva, y solo por eso, lo maldijeron y lo enviaron a esa existencia sin sentido, ¡Como deseaba poder morir! Gritó en su mente, en fin, él simplemente ayudaba a los druidas y a los cazadores para que limpiaran la tierra de esa plaga de asesinos que eran su gente y sus aliados, le jodía en el alma pertenecer a esa clase de monstruos, por qué aunque él ya no asesinaba, durante sus primeros mil años lo había hecho, no por placer, aunque también sentía placer al hacerlo, sino por venganza a dios y a sus ridículas leyes que permiten al mundo sufrir catástrofes e injusticias.
Tenía que ir a Escocia, por primera vez en toda su existencia, tenía miedo, Ullion era el pueblo de la comunidad, estaba claro que no le iban a aceptar, iba a ser ignorado y despreciado por todos, y aunque se había acostumbrado, no le gustaba ver miedo y repugnancia en los ojos de las personas que le miraban.
Hacia mas de mil quinientos años dejo de acostarse con mujeres, no podía soportar ver el terror que les inspiraba cuando sus colmillos se desenfundaban y sus ojos se volvían rojos, la mayoría se desmayaba en pleno acto, y las que no lo hacían terminaban magulladas, las humanas eran suaves y calientes, pero también muy frágiles.
Dentro de tres horas, cuando por fin anocheciera, Alan cogería el primer vuelo directo a Sumburgh y se reuniría con su viejo amigo Lein y sus cinco bewaarder. Nunca había conocido a ningún guardián y la verdad es que tenía mucha curiosidad sobre ellos y sus poderes.







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