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martes, 8 de julio de 2014

Bewaarder




                                                              Capítulo doce


Justo en el momento en el que Leah entraba en el salón principal la Diosa choco sus palmas tres veces y grito un conjuro. En ese momento Erik, Nergal y Leah desaparecieron de Ullion.
Los tres cayeron unos encima de otros cuando volvieron a sentir el suelo bajo sus pies.
Una vez que Leah se puso de pie y se estabilizó se dio cuenta de algo desagradable. La Diosa les había mandado al pasado con vaqueros, Ipod, Deportivas, sudaderas, vamos, con toda la ropa y los objetos que llevaban en el momento del salto.
Genial, muy inteligente por tu parte Ériu, pensó.

  • ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Erik dándose cuenta también de que nuestras ropas no encajaban muy bien en esa época.
  • Él es un dios, que nos consiga ropas – dijo Leah mirando a Nergal de mala manera.
  • Princesa, si hubieses estado en el salón, te hubieras enterado de que mi querida hermana, me ha mandado a esta época sin ningún poder, solo soy inmortal, ahora vosotros sois más poderosos que yo – dijo con recochineo.
  • ¿Por qué demonios ha hecho eso? – preguntó Leah sorprendida.
  • Yo también vivía en esta época y no puede haber dos dioses del inframundo, así que…
  • Genial – protestó Erik - ¿conoces a alguien en esta época que nos pueda ayudar? ¿Le puedes pedir ayuda a ti mismo?– le preguntó al dios.
  • No, no podría presentarme ahora mismo delante de mis contactos y mucho menos delante de mí mismo, me mataría, yo lo haría si alguien igual que yo se presenta delante de mi diciendo que es del futuro, eso huele a trampa así que no dudaría en arrancarle la cabeza y por si os interesa, me gusta mi cabeza donde esta, pegada a mis hombros– dijo fulminándolos con la mirada. Leah en ese momento recordó algo.
  • Yo si conozco a alguien que nos puede ayudar – dijo emocionado con la perspectiva.
  • ¿Qué? ¿A quién? – dijeron los dos hombres a la vez.
  • Se llama Jezabel Redrik, y si no me equivoco ahora tiene que tener treinta años – Leah estaba eufórica, ¡iba a conocer a la autora del diario que tenía en su casa!

De camino a la ciudad, Leah fue recordando las indicaciones que la muchacha había escrito en su diario para poder llegar a la casa a su casa, gracias a Dios había sido muy explícita dando direcciones y nombres de calles. Leah se había leído tantas veces el diario que se lo sabía casi de memoria.
El reloj de muñeca no funcionaba, pero estaban al aire libre, justo a las afueras de Londres, Nergal dijo que por las posiciones de los astros, era pasada la media noche de un domingo.
Caminaron durante media hora hasta que alcanzaron Londres, después fueron callejeando como ratas para no ser vistas hasta la casa de Jezabel.
Cuando llegaron a la puerta de madera se su mansión, Leah se impresionó muchísimo, La chica la había descrito en su libro con todo detalle.

  • Creo que será mejor que me dejéis hablar a mí – les dijo Leah a los chicos.
  • Si, a menos que quien te atienda sea un hombre, princesa, en esta época las mujeres no eran más que un cero a la izquierda – ese comentario le toco mucho las narices a Leah, pero él maldito Dios del inframundo tenía razón.

Llamaron a la puerta y para su sorpresa fue una criada la que abrió mientras se ponía su capa de noche. La habían sacado de la cama.

  • ¿Qué… desean? – preguntó la criada mientras recorría con los ojos nuestra ropa y se empezaba aponer nerviosa.
  • Necesitamos hablar con la señora Jezabel Redrik – dijo Leah mientras intentaba parecer perdida y desolada, algo que no le resulto de todo difícil.
  • La señora está dormida, vuelvan por la mañana – dijo la criada mientras cerraba la puerta.
  • Espere, es un asunto de vida o muerte, dígale que venimos de Ullion, le aseguro que nos atenderá.
  • ¿Ullion? ¿El pueblo de la señora? – prefecto pensó Leah, ahora la criada les creía.
  • Esperen aquí un momento – dijo. La muchacha no tenía que tener más de diecisiete años.

Al cabo de diez minutos la puerta principal se abrió y un hombre y una mujer les franquearon la entrada.
La mujer miraba sorprendida los ropajes, pero el hombre no podía apartar la vista de su señora. Era una mujer bellísima, su cabello moreno caía en cascada por detrás de su espalda, si los cálculos eran correctos Jezabel estaba en la treintena, y ya había escrito más de la mitad del libro, las ultimas hojas eran más o menos de esa época.

  • ¿Qué queréis? - preguntó Jezabel.
  • Necesitamos su ayuda, pero no podemos explicárselo en la calle – dijo Leah echando una mirada recelosa hacia el marido – ni delante de extraños, ya sabe a qué me refiero…
  • Tranquila irlandesa, mi marido está al tanto de todo, sé que es una infracción, pero ya me han perdonado por ella. Pasar al salón, tengo la ligera impresión de que la vuestra es una historia larga y… extraña – terminó después de repasar mis vaqueros.

La casa era igual que las de las películas, los sofás y todos los cuadros enormes y muy recargados. Nada más sentarse la criada que les había abierto la puerta, llevó una bandeja con varios Té en unas tazas de porcelana.

  • ¡Vaya!, esto es una antigüedad – dijo Leah antes de darse cuenta.
  • No, la compramos hace seis meses – le corrigió el marido de Jezabel.
  • Disculpen, de donde yo vengo, se las considera una antigüedad – dijo Leah.
  • ¡Por el amor de dios! ¡Eso explica las ropas! ¿Venís del futuro? – Leah no tenía intención de darlo a entender de esa manera, ¡pero qué demonios! Así era mucho más fácil.
  • Sí, venimos del años 2012, yo soy Leah Morgan y el es mi compañero Erik Jacob – se presentó, luego subió la manga de su camiseta y le enseño la marca a Jezabel – somos bewaarder y él es… Nyhan un escudero – dijo Leah con malicia. La costó horrores no reírse de la cara de idiota que se le había quedado a Nergal.
  • Eso solo significa que Ereshkigal se ha soltado – dijo Jezabel poniendo los ojos como platos.
  • Todavía no, estamos aquí para impedirlo – explicó Erik.
  • Pero necesitamos un sitio donde quedarnos y ropas para integrarnos mientras investigamos – dijo Leah mientras tomaba un poco del té que había llevado la sirvienta.
  • Contar con nuestra casa, pero decirme una cosa ¿Cómo sabíais de mí? ¿Alguno de ustedes es mi bisnieto o algo parecido? – nos preguntó emocionada.
  • No, pero yo tengo su diario de hechizos y profecías – ella agrando los ojos, tenía miedo, Leah podía sentir su angustia. Su magia no estaba permitida en la comunidad pero ella no tenía intención de delatarla.
  • Tranquila, soy la única que tiene constancia de su existencia, lo encontré un día mientras jugaba y desde entonces lo guarde como si fuera un tesoro – Jezabel pareció relajarse un poco.
  • Muy bien, creo que lo primero que debéis hacer es dormir, mañana por la mañana entre las criadas y yo, les buscaremos algunas ropas.

Los tres estaban completamente de acuerdo con Jezabel pero al parecer solo había dos dormitorios libres y los dos hombres se negaron rotundamente a dormir juntos como les había propuesto la criada mientras los acompañaba a la segunda planta.

  • Se terminó el discutir, para información de los dos, tengo novio y no pienso engañarle, así que el que duerma conmigo solo va a dormir, si se descuida un poco… ¡Pertuis surus! – Leah lanzo el hechizo hacia las partes bajas de los dos hombres que dieron un fuerte grito cuando notaron el calor quemándoles sus aparatos reproductores. Leah soltó el hechizo y les sonrió mientras que los dos la miraban atónitos.
  • ¡Eso es magia gris! – le susurro Erik.
  • Parece princesa, que tienes muchas sorpresas – dijo Nergal guiñándole un ojo. Había que ser justos, Nergal era un Dios realmente guapo y masculino, pero ella se quedaba con Alan sin ninguna duda. ¿Qué estaría haciendo él en ese momento? se preguntó con melancolía.

Al final fue Erik quien compartió la habitación y la cama con Leah, pero por suerte para ella, el chico estaba demasiado cansado como para intentar algo.

Ella tampoco tardó demasiado en dormirse, al día siguiente les esperaba una jornada de lo más estresante.

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