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sábado, 5 de julio de 2014

Bewaarder




                                                               Capitulo 8

Phaul los teletransportó a un callejón colindante al Temple Bar1 de Dublín, apenas había empezado la hora feliz y ya había muchas personas por la calle, para Hank esto iba a ser mucho más fácil, oiría directamente los pensamientos de la gente, el resto de ellos tendrían que conformarse con intentar escuchar a escondidas las conversaciones. No hacia ni tres minutos que estaban allí cuando todos empezaron a notar la presencia de criaturas oscuras, era una presencia fuerte, lo que sin duda no era una buena señal, cuanto más fuerte fuera el sentimiento más viejos y mortíferos eran los chupa-vidas Al parecer se estaban adentrando en un nido de chinches gigantes.
Los chicos se separaron como Lein les había dicho, pero Erik seguía lanzando malhumoradas miradas a Alan y Leah. Hasta que Phaul lo teletransportó a la otra punta del barrio, Leah no se pudo relajar, había algo extraño en sus miradas, no sabía si eran celos, ansia protectora, envidia o cólera, todo la parecía realmente desconcertante, Erik y ella nunca se habían llevado bien, siempre habían preferido comer tierra a estar el uno junto al otro.
Fue en ese instante en el que un comentario de su abuela se filtro entre sus pensamientos.

  • Te hace tanto de rabiar porque siente algo por ti y eso no le agrada, ¿Por qué crees que se pasea con tantas muchachas por la puerta de casa? – dijo su amada abuela, la esposa de Lein.
  • Porque es un tonto – dijo ella toda inocente.
  • Cuando seas mayor lo entenderás, ahora solo eres una niña de ocho años que todavía no se ha terminado la cena – contestó su abuela mientras empujaba el plato de ternera hacia ella.
  • Pues yo no le quiero de amigo, yo quiero a Phaul, es mi hermano de sangre – la dijo mientras le enseñaba la palma de la mano donde se había cortado. Días atrás habían hecho un ritual de sangre que los había vinculado como hermanos.
  • Espero que no te hayas equivocado al hacer eso, esa magia te ata de una manera especial a la otra persona, Phaul y tú tenéis que ser muy responsables con ese vinculo – nunca había notado nada extraño entre su mejor amigo y ella desde que habían realizado el ritual, quizás lo único raro que les sucedía desde entonces es que terminaban el uno las frases del otro y cuando eran pequeños sabían exactamente donde estaba el uno o el otro, solo tenían que ponerse a andar mientras lo buscaban e inconscientemente ibas a parar a su lado, ahora no sabía si funcionaba, no había vuelto a pensar en ello.
El día que realizaron el ritual, Erik los pillo cuando ya habían juntados sus manos sobre la hoguera grande que habían hecho en el acantilado, se había puesto hecho una furia y había pegado a Phaul, ella intentó defenderle, pero antes de que todo eso se convirtiera en una batalla campal, había llegado Hank y les había tranquilizado a todos, bueno, a todos menos al cabezota de Erik.

  • ¿Estás lista? – le preguntó Alan. No se había dado cuenta que Hank y Selene ya se habían marchado.
  • Sí, perdona, estaba pensando en otra cosa – se disculpó mientras se encaminaba a la salida del callejón.
  • ¿En el rubito? ¿Es tu pareja? – le preguntó mientras la sujetaba del brazo y le daba la vuelta para quedar justo enfrente de él. Si bajara un palmo su cabeza hacia la de ella podría besarle. No sabía que le asustaba más de ese pensamiento, el simple hecho de pensarlo o el hecho de que lo deseaba mas de lo que nunca había deseado algo.

Adam la miraba a los ojos para intentar ver la verdad de sus palabras, pero aunque ese había sido en un primer momento su propósito, ahora no podía dejar de mirara y desear sus labios. ¿Qué sucedería si la besara? ¿Se apartaría horrorizada o se pondría a gritar cuando sus ojos se tiñeran de rojo y sus colmillos rasparan sus labios? Pensó Alan. No podía entender porque de entre todas las mujeres con las que había estado, era ella la única que le llenaba el corazón de sentimientos.

  • No es mi pareja, es más bien una piedra en mi zapato – su voz sonó algo entrecortada, la tensión y la excitación recorría su cuerpo como nunca jamás lo había hecho, ni si quiera con el misterioso Nyhan.

A Alan le agrado mucho saber que el imbécil rubio no la interesaba, pero había que ser muy estúpido para no darse cuenta de que a él si le interesaba ella. Lo mataré si le pone una mano encima, le grito a su subconsciente.

  • Ah – con esa simple palabra ronca Leah pudo darse cuenta de que él también sentía lo mismo que ella. Apartándose bruscamente de la tentación de jalar su cabeza hacia abajo y besarle, se encaminó hacia la céntrica calle de Dublín. Alan se puso a caminar a su altura y no dijo nada más durante el paseo.
No conseguían escuchar nada que les sirviera de ayuda, después de dos horas paseando y entrando a los pubs, tuvieron que pasar al plan B. Tenían que localizar a un demonio y reducirlo, después tendrían que encargarse de sacarle la información por las malas.
Consiguieron un objetivo fácil. Paseando por la calle Great George´s2 vieron a dos demonios jóvenes saliendo de pub el Dragón, esta era su oportunidad, por suerte las criaturas oscuras son incapaces de detectar a los bewaarder ni a los anakims, así que no fue muy difícil seguirlos, pronto vieron a un par de chicas bastante borrachas y se acercaron a ellas, las engatusaron y las llevaron a través del gentío hacia una zona bastante oscura. Antes de que el demonio pelirrojo tuviera tiempo de sacar sus garras, Alan y Leah se abalanzaron sobre ellos.

Ver luchar a Alan fue una experiencia de lo más excitante para Leah, era espectacular, se movía como un tigre, no era capaz de predecir sus movimientos, tenia clase y estilo, los redujo a los dos sin darle a ella opción de participar, algo que si no hubiese estado tan conmocionada, la habría cabreado mucho.
En cuestión de tres minutos las chicas habías salido corriendo y los dos demonios estaban tendidos en el suelo inconscientes.

  • Átalos con esto – le dijo Alan pasándola una bolsa de tela que había sacado del interior de su chaqueta de cuero. Leah lo abrió y observó detenidamente en su interior, había unas cadenas celtas de plata, no solo la plata en sí les hacía daño, los hechizos que llevaban esas cadenas les provocarían un dolor infernal, no le extrañaba que Alan no quisiera tocarlas, había llegado un momento en el que se había olvidado por completo de que era un anakim, un jodido y repugnante enemigo de su raza. No debía olvidarlo nunca más, se dijo a sí misma, nana no me lo perdonaría, pensó con amargura. Su amada abuela había muerto a manos de una de esas criaturas infernales y nunca podría permitirse el lujo de olvidar lo que eran y lo que hacían.
Leah ató fuertemente a las dos criaturas y esperaron unos segundos a que recuperaran la conciencia, el dolor que les infringían las cadenas los despertó por arte de magia.

  • Contarnos qué narices está pasando y por qué os estáis reagrupando – espetó Alan en el mismo momento en el que el pelirrojo habría los ojos.
  • No sabemos nada – dijo enfrentando con arrogancia y superioridad los ojos azules de Alan. Leah pudo ver por su postura y su enorme esfuerzo para no mostrar su dolor, que era el cabecilla. El otro vampiro sollozaba y maldecía en italiano mientras los miraba con ojos de cordero degollado. Alan hizo varias preguntas más que el pelirrojo se negó en contestar. Era el turno de ella para interrogar, se acerco a Alan y puso una mano sobre su pecho para echarle atrás. Fue un error, una vez que toco su cuerpo el suyo ardió en llamas, el deseo la recorrió como una serpiente y por la expresión del rostro de él, también le había sucedido lo mismo. Leah decidió volver a centrarse en el chupa-vidas y se agachó un poco para que sus ojos estuvieran a la altura de los de la criatura.
  • ¿Nos vas a decir algo de interés? – le preguntó con voz calmada y suave. Sintió como Alan bufaba detrás de ella.
  • ¿Qué es esto? ¿El poli bueno y el poli malo?, mira preciosa, no voy a abrir la boca, y no me harás cambiar de opinión.
  • Está bien – con un movimiento rápido saco la estaca de madera fuera de la manga de su chaqueta y le estaco en el corazón. El demonio la miro sorprendido y aterrado.
  • ¡Maldita zorra! – gritó, y esas fueron sus últimas palabras, en pocos segundos sus ojos se pusieron vidriosos y murió, o lo que sea que hacían los demonios. Leah saco tranquilamente la estaca de su pecho y la limpió con la camisa del cadáver. Alan la miraba atónito y ella le respondió con una mirada divertida levantando una ceja, no le hizo falta decir nada, con ese simple gesto le hizo saber al anakim que nadie jugaba con ella. El otro demonio temblaba de miedo y gemía por el dolor que le estaban causando las cadenas.
  • Seguramente tu vas a ser mas cooperativo, ¿verdad? – le dijo ella mientras enfrentaba sus ojos.
  • Si, si… ¿Qué queréis saber? – balbuceó.
  • ¿Quién está liderando este movimiento? – preguntó Alan que se había situado detrás de ella.
  • Guillermo Whalance – dijo. Leah se quedo de piedra, Guillermo era el más antiguo de los vampiros que habitaban la tierra, era muy poderoso y demasiado peligroso. Notó que Alan se tensaba.
  • ¿Qué tiene planeado? – le preguntó ella impaciente.
  • Ha encontrado una manera de viajar al pasado y recuperar la daga de Esus3, las ultimas noticias que tenemos de ella se remontan al Londres de 1815, desde esa época no se ha vuelto a saber de su paradero, solo con esa daga se puede hacer el sacrificio que liberara a nuestra reina – Leah no sabía si asustarse o reírse. ¿Nos estaba tomando el pelo? pensó aturdida.
  • Espero por tu bien que me estés diciendo la verdad – le dijo mientras se colocaba al lado de Alan que se había puesto mas pálido que de costumbre - ¿Qué hacemos con él? ¿Le matamos? – preguntó Leah.
  • No, no dirá nada a nadie – dijo Alan con demasiada seguridad.
  • ¿Cómo narices lo sabes? Podría delatarnos, necesitamos el factor sorpresa para pillarlos con las manos en la masa y esté chupa sangres ira corriendo a su jefe – espetó señalando al demonio que estaba cada vez mas acurrucado contra la pared.
  • No es tan estúpido, si nos delata, se delatara a sí mismo, y si Guillermo se entera de que le ha traicionado y nos ha contado su plan… bueno, él sabe lo que le pasaría – dijo mientras sonreía de forma macabra.
  • Está bien – dijo ella mientras se agachaba para desatar a la criatura. Cuando estuvo totalmente liberado hizo algo que les asombró a los dos, le pego un cabezazo a Leah y salió corriendo.

El muy hijo de puta le había partido el labio, el gusto metálico de la sangre llenaba su boca. No fue hasta que miro a Alan a los ojos que se dio cuenta de que está sangrando delante de un anakim, también llamados vulgarmente vampiros.

Leah se reincorporo con rapidez y se retiró de Alan todo lo que podía teniendo en cuenta lo estrecho que era el callejón, él estaba situado delante de ella bloqueándola la única salida que había hacia las calles abarrotadas de gente. Estaba arrinconada.

Las sed de sangre se había juntado con la excitación que Leah le provocaba, su monstruo interno estaba fuera de control, le pedía a gritos de la devorara, en más de un sentido, que la tirara contra el suelo y la penetrara mientras se alimentaba de su cuello. Esos labios ahora con sangre le estaba llevando a la locura.
Sus ojos se veían rojos y sus colmillos estaban desenfundados, pero esta vez él era incapaz de evitarlo.
El miedo se arremolino en el estomago de Leah como si se tratase de una culebra, ella había visto luchar a ese anakim y no estaba nada segura de poder ganarle. Podía ver a través de sus ojos su lucha interna, su parte animal le instaba a atacarla, pero estaba haciendo acopio de todas sus fuerzas para no abalanzarse sobre ella. Un buen punto a su favor, pensó Leah.
Despacio fue acercándose hacia su posición, ella no sabía que debía hacer y se pegó contra la pared, estaba bloqueada, hipnotizada por su erótico caminar y su maravillosa belleza, aun con los ojos rojos y los colmillos, Alan emanaba sensualidad de todos los poros de su piel. Sin previo aviso y antes de que se pudiera mover para evitarlo, Alan se abalanzó sobre ella y la beso.
El gemido de placer de Alan hizo que todas las hormonas de su cuerpo se revolucionaran y le dieran la bienvenida, antes de darse cuenta de lo que hacia, Leah le agarró la nuca y profundizó en el beso con desesperación, el labio la dolía y podía notar como él bebía de ella, un gemido de pura excitación se le escapo de los labios e hizo que Alan perdiera el control. La levantó sobre su cuerpo y apoyó su espalda contra la pared, ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura y se apretó contra su ingle notando así su excitación, dura e invitadora. La pasión del beso era sobrecogedora, pero en un abrir y cerrar de ojos Alan desapareció y ella cayó de culo contra el suelo.

Alan nunca había sentido nada parecido, ella no se había asustado cuando había visto sus ojos, no se había apartado cuando le había rozado los colmillos con su lengua, ni si quiera la había repugnado sentir como el lamia toda la sangre de su boca. Se había puesto a mil, y ahora era difícil volver a contenerse, pero debía hacerlo, por ella, sabía que si iban mas allá, ella se arrepentiría y por desgracia él también sabía que si llegaran más lejos, jamás la podría dejar marchar.

Cuando Leah alzó la vista pudo verle parado a diez metros de ella, estaba jadeando y sus ojos todavía brillaban rojos.

  • No podemos hacer esto – dijo con un gemido – nos matarían si se enteraran, esto está mal – no sabía si estaba intentando convencerla a ella o a él mismo.
  • Tienes razón – dijo Leah en el momento en el que su lucidez hacia acto de presencia – no volverá a ocurrir – el problema era que no sabía si estar feliz o disgustada por ese hecho.
  • Vamos a reunirnos con los demás – dijo él mientras la precedía hacia la concurrida callé.
Miró su reloj sorprendida, solo quedaba media hora para el toque de queda, se le había pasado la noche volando.

De camino hacia el punto de encuentro ninguno de los dos habló, estaban seriamente afectados por lo ocurrido, y la verdad era que todavía estaban algo excitados.

  • No pienses en lo ocurrido delante de Hank o estaremos perdidos – le dijo ella antes de adentrarse en la callé – él pude leer nuestros pensamientos – le aclaró con un suspiro derrotista – y para nuestra desgracia es realmente bueno haciéndolo.
  • Lo sé – esas fueron las únicas palabras que pudo arrancarle antes de que se reunieran con los demás.

Cuando llegaron a la plaza, Hank y Selene ya les estaban esperando. Leah miró hacia todas las direcciones, pero no pudo ver a la otra pareja de bewaarder, Phaul y Erik no habían llegado todavía.

  • ¿Habéis tenido suerte? – les preguntó Selene.
  • Más de la que queríamos – les dijo Leah mientras recordaba todo lo que había pasado con los vampiros. Bloqueó su mente a los otros recuerdos para evitar que Hank pudiera verlos.
  • ¡Joder! Que hijos de puta – maldijo éste mientras veía los pensamientos de Alan y los de ella. Antes de que pudieran hablar en voz alta sobre lo que había pasado, Erik y Phaul llegaron a la plaza.

De camino a una zona oscura para poder teletransportarse sin llamar la atención, Alan y Hank pusieron al corriente a los demás.
No se comentó nada de lo que habían averiguado, todos estaban perplejos y asustados, un anakim con poder suficiente como para viajar al pasado, pero la pregunta que más le intrigaba a Leah era que, ya puestos, por qué Guillermo no iba mucho años más atrás y evitaba la encarcelación de Ereshkigal.


1El Temple Bar es una zona situada en el centro de Dublin, en la que se concentra la vida nocturna de la capital de Irlanda.
2Calle South Great George's Street es donde se concentran los mejores pubs de la capital irlandesa, bares como The Dragon y The George.


3Dios sanguinario, señor de los bosques. Recibía sacrificios debido al temor por ser un Dios salvaje y ávido de sangre.

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