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viernes, 18 de julio de 2014

Quimera


Capitulo 10


Todo aquello era una locura, Lesly una cerebrito del departamento me había proporcionado una ropa de lo más provocativa y me había pegado un micro en un broche de lo más hortera.
El vestido era del mismo morado que mis ojos, iba tan solo cogido a un hombro, bastante escotado por arriba y bastante corto de abajo. Los zapatos negros eran de mi propia cosecha, uno peep toes altísimos y mucho más cómodos de lo que parecían, el bolso también era cosecha de Lesly y tenía una cámara integrada, lo que tenía que hacer era acordarme y colocarlo siempre en dirección al sospechoso.
Mientras Lesly jugaba conmigo a las muñecas en el vestuario femenino de la comisaria, podía escuchar con mis súper oídos a Chris intentando convencer a Gordon de que no era una buena idea.
  • Es una simple chiquilla, ¿Qué pasa si la coge de rehén? – le decía el demonio.
  • Tranquilízate, esa chiquilla sabe cuidar de si misma, ¿realmente piensas que la pondría en peligro si no supiese que es capaz de hacerlo? Además ella tenía una cita con él por lo que ha sido un acierto ya que si realmente la cita es por cuestiones laborales, la estaremos vigilando y no correría ningún peligro – explicó Gordon. Estaba completamente de acuerdo con él y no llegaba a entender el por qué de la actitud negativista de Chris.
  • Tú mandas – le dijo en respuesta.
Una vez estuvo colocado el micro y la cámara, terminé de prepararme y salí donde me estaban todos esperando. Varios silbidos corearon mi salida y no pude evitar ponerme roja como un tomate. Chris me miraba fijamente y en silencio, no podía ocultar su desagrado con esta misión, pero yo estaba disfrutando en grande.
  • Pues bien, me subo a casa a esperar a que venga a buscarme, repaso de nuevo, si digo pintalabios significa que tiene algún arma, si digo odio los tacones es para daros luz verde para que entréis – le dije a Gordon.
  • Eso es, a la más mínima nos das luz verde, no quiero que te pase nada – me dijo el rechoncho detective, no pude evitarlo y le bese la mejilla, gesto que sorprendió a toda la comisaria.
  • Intenta que no te maten – espetó Chris antes de que saliera por la puerta.
  • Lo haré – contesté guiñándole un ojo.
Una vez estuve en mi apartamento los nervios comenzaron a aflorar y a traicionar mi confianza. Por la ventana pude ver como aparcaba un precioso Bentley gris y esperé a que tocara mi telefonillo para bajar. La fina chaqueta que llevaba era perfecta para la temperatura que hacia, ni mucho frió ni calor.

  • Esta usted preciosa – dijo nada más me acerque al coche.
  • Gracias, usted tampoco está nada mal – coqueteé, era increíble me sentía una feme fatal, y en el fondo me estaba divirtiendo, solo esperaba no llevarme ningún susto desagradable y que le pillaran de forma rápida y limpia.
  • Vamos a ir a mi restaurante preferido, ¿conoces el Luxury? – preguntó mientras tomaba uno de los cruces a la izquierda.
  • Por supuesto, pero nunca he tenido ocasión de comer allí – confesé. Era una amante secreta de la buena comida, adoraba cenar y comer en restaurantes y me encantaba que me sorprendieran con nuevos platos y sabores. Yo era malísima en la cocina, casi siempre comía fuera de casa y las veces que lo hacía en casa era comida para llevar o las tarteras que me daba Mary cada vez que iba a casa. Sabía mucho sobre comida y buenos restaurantes, y esa noche iba a cenar en uno de los mejores de Nueva York, de hecho su chef Sergio Ferrá tenía dos estrellas Michelin en sus dos restaurantes de España.
El lujoso hotel donde estaba situado el restaurante, como no, tenía aparcacoches propio, entramos a hall donde nos atendió una joven pelirroja muy amable y nos acompañó hasta nuestra mesa que quedaba un poco retirada del resto. No fue hasta que nos sirvieron el vino que reparé en quien estaba sentado a poco más de tres mesas de distancia.
Chris y Lesly cenaban románticamente encubiertos a pocos metros de mí, eso me hizo sentirme mucho más a gusto y me recordó colocar el mini bolso de mano en dirección a Angelo.
No hay nada que más rabia me diera que alguien eligiera lo que iba a comer… pero como pagaba él y además le estaba tendiendo una trampa no me molesté en quejarme.

  • Cuéntame sobre ese puesto de trabajo que tiene mi nombre – le pregunté nada más nos trajeron los entrantes. La boca se me hizo agua al ver aquellas maravillas, me sorprendí a mi misma escuchando atentamente al metre mientras nos lo servían.
  • De entrante les ponemos suspiros de mar con bizcocho de algas y perlas de erizo – dijo en hombre dejándome boquiabierta.
  • Bueno, todavía no está escrito tu nombre en la puerta de ese despacho en la galería, pero estoy seguro de que eres la mejor candidata para ese puesto – dijo Di Carlo sonriéndome, su actitud había cambiado… algo me hacia retroceder… las mentiras… en su despacho estaba demasiado nerviosa e ilusionada para detectarlas en condiciones, ahora no se me pasaba ni una.
  • ¿Has entrevistado a más fotógrafos? – pregunté esa vez para tantearle.
  • Solo a un par más – mintió – pero a ninguno le he traído a cenar aquí – otra mentira mas.
  • Los entrantes estaban increíbles – adulé al metre cuando nos trajo nuestro plato principal, Tartar de salmon con vinagreta de mango y espuma de vainilla.
  • Me alegro de que estés disfrutando – dijo Di Carlo esa vez con sinceridad.
  • Me encanta la comida – admití mientras sonreía con inocencia.
  • Tiene que coquetear más con él – le dijo Lesly a Chris, podía escucharlos como si estuvieran en mi misma mesa y me centré en seguir su conversación e ir asintiendo de vez en cuando a las palabras aburridas del delincuente.
  • No es necesario – dijo Chris entre dientes – necesitamos atraparle por intento de violación a una señorita no a una puta – añadió enfadado.
  • Violar a una señorita o a una puta es igual de malo y está penado de la misma manera, no seas machista – le regañó Lesly arrancándome una sonrisa.
  • ¿Verdad que es divertido? – preguntó Di Carlo riéndose. No sabía qué demonios había dicho pero asentí con cara de boba y decidí centrarme en mi conversación para evitar que me pillara completamente distraída.
  • Aquí tenemos el postre – dijo el metre – es una flor de violeta rellena de piña colada al aroma de azahar.


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