Capitulo 4
“La huida”
Aislyn
Todo sucedió muy
rápido, Bashet siseaba como una serpiente en dirección al demonio y
mi hermano ya había creado una corriente de poder a su alrededor.
Todos estaban listos para luchar excepto el demonio. Mi guía
permanecía de pie observando todo con curiosidad, pero no había
miedo en sus ojos.
Eoghan Macbeth
había desaparecido y mi amiga Eilen nos miraba a todos como si
estuviésemos locos.
¿Qué hacéis? Si le matáis a él
vais a matarla a ella también – dijo Eilen poniéndose entre mi
familia y yo.
Pero es mi deber, ¿Cómo ha
podido suceder? Esto es una sentencia de muerte para ti Aislyn –
dijo mi hermano bajando la guardia y echándose las manos a la
cabeza – ordénale que no nos haga daño a ninguno – me ordeno
mi hermano antes de seguir.
No hagas daño a nadie – le dije
al demonio mirándole directamente a los ojos. No pude aguantarle la
mirada, era demasiado fuerte, malvado. No pude reprimir un
escalofrió.
Lo que usted ordene – dijo entre
dientes con una voz fría y sensual que me heló la sangre.
Hay que sacarte de aquí – dijo
mi hermano y mi padre – los ancianos ya deben de saberlo, se han
activado las alarmas oscuras. Estas perdida si no conseguimos que
huyas.
¡Yo no he hecho nada! ¿Por qué
van a castigarme? – pregunté ansiosa. No entendía nada. ¿Qué
culpa tenia yo?
Esto pasa muy raras veces, pero
nunca se cuenta porque la misma familia o el cazador que asiste a la
ceremonia se encarga de… matar al brujo. No podemos ir resucitando
demonios. Es una ley que estoy desobedeciendo. ¿Qué hacemos papa?
Vamos al cuarto, vamos a sacarte
de aquí, tú ves a avisar a los ancianos a la casa grande, di que
el demonio ha creado un escudo protector alrededor de ellos y que
han recitado el conjuro en el portal y se han marchado – dijo mi
madre. Mi padre se había quedado totalmente catatónico. Mi hermano
me abrazo rápido y corrió con su guía hacia la casa de los manda
mases del Coven.
Subimos corriendo
las escaleras, el demonio iba detrás de todos nosotros, con una
tranquilidad pasmosa, no había abierto la boca para decir nada. Era
un guía de mierda.
El cuarto de mi
hermano que se había acondicionado para ser nuestro portal al mundo
exterior estaba preparado, en décimas de segundo escuchamos ruido en
el exterior de la casa. Ya venían a por mi. Mi madre, Eleonor
Macbeth, recito un pequeño conjuro mientras nos colocamos y mis
ropas cambiaron a una deportivas un vaquero y un anorak negro. El
demonio y yo nos introducimos en el circulo rojo que había pintado
en el suelo, cogí mi maleta y mi bolso, pero antes de que mi padre
comenzara el ritual…
¡Zaphirah! ¿Dónde esta? – la
gata dio un bufido intenso cuando vio al demonio, pero saltó
inmediatamente a mis brazos. En ese mismo instante escuchamos la
puerta de la casa ceder. Ya estaban dentro.
Ten cuidado, no vayas a Londres,
te buscaran allí, te vamos a mandar lejos, es un conjuro difícil,
pero practico ni siquiera nosotros sabremos donde te hemos mandado.
Si necesitas ayuda busca a Val.
¿Qué Val? – pregunte
sorprendida mientras veía a mis padres cogerse la mano y comenzar
con el conjuro de transporte - ¿Dónde voy a ir si no tengo
apartamento ni coche, ni trabajo? – les pregunté intentando
llamar su atención. Mis cazadores ya estaban subiendo las
escaleras, en menos de un minuto entrarían en la habitación. Mis
padres no contestaban, estaban inmersos en el ritual.
Antes de que el
humo blanco me envolviera trasladándome a saber donde, mire a mi
amiga Eilen, su pelo negro enmarcaba un rostro pálido y lleno de
preocupación, sus ojos negros estaban llenos de lagrimas.
Te prometo que me cuidare, no te
preocupes – le dije en general a todos. En ese momento la puerta
se abrió y pude ver la cara de mi hermano justo antes de
desaparecer. Me sonrió aliviado. Lo habíamos conseguido, al menos
por el momento.
Pasamos diez
minutos en un pequeño huracán de humo blanco, no hacia ni frió ni
calor, pero era extraño estar suspendidos en medio de la nada. El
demonio no hablo, se limitaba a observarme de vez en cuando y a mirar
a su alrededor. No le conocía, pero podía adivinar que era un tipo
arrogante.
¿Cómo te llamas? – pregunté
por fin.
Que más da… - dijo mirándome
por encima del hombro.
Bueno pues te llamare Misifu –
dije utilizando también parte de mi arrogancia. Esas palabras
tuvieron reacción. Justo la que esperaba.
Keiran – contestó mientras
enfrentaba mis ojos y me hacia retirar la mirada de él.
Yo soy Aislyn, espero que nos
llevemos bien, porque vamos a pasar una largo tiempo juntos – dije
para intentar conversar de algo y catalogarlo de alguna manera. Su
respuesta fue contundente. Quedaba así catalogado en la carpeta de
enemigos mortales.
No vamos a pasar tiempo juntos,
eres demasiado débil, pronto me liberaré de ti y será un placer
acabar con tu vida yo mismo – genial, la cara de gilipollas que se
me quedo en ese momento tuvo que ser espectacular. El miedo recorrió
mi cuerpo y mi alma, pero me arme de valor y fui directa al grano.
Muy bien, pues nos llevaremos mal
hasta que eso suceda, pero de momento eres mi siervo – utilice esa
palabra para hacer más daño y obtuve como repuesta un gruñido
gutural como el de un perro – tienes la obligación de protegerme
siempre y así te lo ordeno.
Como mandes – contestó entre
dientes.
Al parecer
habíamos llegado a nuestro destino, y el humo blanco comenzó a
disiparse. La bruma de mi cerebro también comenzó a retirarse y a
dejar millones de preguntas y miedos. No tenia ese estupendo trabajo
ni ese estupendísimo apartamento de Londres y acabábamos de
aparecernos en un callejón muy oscuro de a saber donde, imaginé
rápidamente que estábamos al otro lado del globo, ya que era por la
noche, una noche muy cerrada y fría, por lo que seguramente
estuviéramos en américa del norte. No me di cuenta que todas estas
cavilaciones las había estado haciendo en voz alta hasta que el
demonio contestó.
Si, estamos en Estados Unidos –
contestó con seguridad y prepotencia.
Averigua la ciudad en la que
estamos – le dije mientras caminaba por el callejón hacia la
calle principal. Keiran desapareció en una neblina negra y antes de
que alcanzara la esquina del callejón con la calle principal se
apareció frente a mi, dándome un susto de muerte.
Joder, no hagas eso – no era una
persona que blasfemara con frecuencia, pero en esos momento ya no me
importaban los modales ni un pimiento.
Estamos en Washington DC – dijo
el demonio apartándose un poco para que pudiera pasar y salir a la
preciosa e iluminada calle.
Andamos sin rumbo
durante un cierto tiempo, Keiran no decía nada, ni daba su opinión,
ni se quejaba, era como estar completamente sola. Puse mi cabeza a
funcionar, deberían ser las cinco o las seis de la mañana, estaba
empezando a amanecer. Tenía que encontrar pronto un sitio donde
alojarme y descansar un poco. Pase cerca de varios hostales y al
final me decidí a entrar en uno que estaba bastante resguardado ente
dos callejones y que era muy barato, solo treinta dólares la noche.
Convertí las Libras que me habían dado mis padres en dólares, ese
era el único hechizo que se podía realizar con el dinero, el cambio
de moneda nos sale gratis, la pena es que ningún brujo haya
encontrado la manera de reproducir el dinero sin tener efectos
secundarios, pero es por eso por lo que los poderes lo tienen
prohibido.
No reparé en que
todavía llevaba encima a la pequeña Zaphirah hasta que el
recepcionista del hotel me pidió un suplemento de cinco dólares por
el animal.
Pagaré al contado dos semanas –
le dije mientras intentaba sacar el monedero. La gata no se movía
de mis brazos, estaba realmente asustada, no dejaba de temblar y
Keiran no era de gran ayuda.
Esta bien, no hagan mucho ruido y
no tendré que echarlos – dijo el recepcionista cuando le pague y
nos dispusimos a subir las escaleras hasta la habitación 208.
La habitación era
horrible, tenia dos camas de un metro treinta y las paredes y el
suelo enmoquetados con una tela realmente hortera, pero era lo que
había, solo tenia dos mil dólares en efectivo y estaba segura que
no podría sacar de la cuenta bancaria que me habían asignado sin
conducir a mis enemigos directamente hacia mi. Enemigos. En tan sólo
dos horas la gente a la que consideraba familia y amigos estaban
buscándome para matarme. Deseaba saber si mis padres y mi hermano
estaban bien o les había hecho algo por dejarme escapar, pero no
podía ponerme en contacto con ellos y eso me comía las entrañas.
¿Los demonios duermen? –
pregunté a bocajarro mientras dejaba a la pequeña gata sobre mi
cama.
Si – siempre tan claro y seco.
Eres un borde – le solté sin
pensármelo. Por fin pude ver una reacción en su cara. Estaba
sorprendido.
Voy a arrancarte la piel a tiras
en cuanto esta mierda de pulsera se caiga, no tengo por que ser
amable contigo – definitivamente daba miedo.
Bueno, mientras tanto, podrías
intentar hacer mi vida un poquito más fácil y darme algo de
conversación – solo obtuve un bufido en respuesta y después se
metió en el servicio.
Abrí
la maleta y la magia de Eilen y Ryan
hizo
el resto, toda mi ropa nueva y parte de la antigua se colocaron
automáticamente en el armario, mis recuerdos y demás cosas se
fueron ordenando por toda la habitación, los cajones de las mesillas
se llenaron con mi ropa interior y la cómoda se lleno de
portaretratos de mi familia y amigos.
Keiran salió del
baño en el preciso momento en el que unas bragas negras de encaje
(que yo no había comprado) atravesaron la habitación volando hacia
su cajón. La cara del demonio intercepto la trayectoria. Había
pasado por muchas cosas ese día y no pude evitar eliminar la tensión
con un grandioso ataque de risa.
Nunca hubiera imaginado que fueras
de las mujeres que llevan este tipo de ropa interior – dijo
mientras tiraba la prenda sobre la cama.
No soy de esas – dije entre
carcajada y carcajada.
No me parece gracioso – vaya un
guía de mierda que me habían conseguido los poderes. Era un
demonio. Quería matarme. No hablador y por si fuera poco, no tenia
sentido del humor.
¿Cuéntame algo de ti? –
pregunté mientras me sentaba sobre la cama y acunaba a Zaphirah. Mi
pregunta debió de sorprenderle porque no contestó de inmediato con
uno de sus gruñidos.
¿Qué te importa? – preguntó
realmente sorprendido.
Bueno, vamos a pasar tiempo
juntos, me gustaría saber que clase de demonio eres – sabía que
ni los Fae, los ángeles o los demonios podían mentir a sus
novatos, así que intente sonsacarle.
Soy un demonio de fuego, un
demonio de la venganza – para mi sorpresa y la suya propia, me
contestó de forma normal. No había sequedad, asco o mal estar en
su voz. Era un buen progreso.
Yo soy profetisa – le dije en
respuesta.
Me da igual – otro paso atrás.
Una de cal y otra de arena, los próximos años iban a ser
difíciles.
Decidí ignorarle
e irme a dormir, estaba realmente exhausta. Ya había amanecido así
que cerré las cortinas y me dispuse a dormir veinticuatro horas
hasta eliminar el yet lag.
Solo pude dormir
seis horas, me levanté a las tres de la tarde, estaba tan a gusto
bajo las mantas que no quería moverme ni recordar nada, pero un olor
a carne recién cocinada y a verduras salteadas hizo rugir mi
estomago como si no hubiese comido jamás.
Que bien huele… ¿has pedido
comida? – pregunté mientras me daba la vuelta y me incorporaba en
la cama. Keiran estaba comiendo sentado en su cama. Esa milésima de
segundo, el demonio me pareció por primera vez un tipo de lo más
normal.
¿Has pedido algo para mi? –
pregunté esperanzada.
No – su respuesta me enfureció
más que nunca.
¿De donde sacaste el dinero? –
le espeté mientras salía de la cama malhumorada.
No lo necesito, voy donde quiera y
cojo lo que quiera – dijo mientras se metía un gran trozo de
carne en la boca – y por favor… tapate un poco – me había
puesto un jersey de Ian que me llegaba justo por debajo del culo y
jamás había pensado que algo así le incomodaría. Bien. Quería
incomodarle, quería darle un puñetazo y una patada en las narices.
Me estaba sacando de quicio y mi hambre no hacia más que aumentar
por momentos mi mala leche.
Vete a la mierda – le dije
mientras entraba en el baño y daba un portazo.
Tenia que salir a
buscar trabajo, los mil seiscientos dólares que tenia en la cartera
no iban a durarme mucho y no podía pasar más tiempo parada
lamentándome.
Por lo visto
Keiran no sólo había “comprado” comida, también había
usurpado la mitad de mi armario con ropa. Toda negra, jeans negros
camisetas negras, camisas negras, Jersey negros. Que triste y
aburrido. Solo había comprado unos jeans azules y una sudadera roja
y no sabía el motivo. La verdad es que tampoco me importaba. Me
vestí rápido en el baño y me puse mi ropa más linda y mis botas
más altas y sexys, aunque no lo había hecho nunca, sabía que para
encontrar trabajo tenia que causar buena impresión, sujeté mi largo
pelo pelirrojo en una coleta alta y puse algo de rímel y brillo en
mis labios. Ya estaba lista para emprender mi nueva vida.
Me voy a buscar trabajo, vendré
más tarde – le dije al demonio mientras cogía mi bolso y mi
abrigo.
Voy contigo, estoy harto de estar
aquí encerrado – su respuesta me sorprendió tanto que no supe
que contestar.
De eso nada, tú asustas a
cualquiera que se cruce contigo, necesito causar buena impresión –
le espeté
Te esperaré fuera, además es mi
jodido deber protegerte, no quiero que te mantén antes de que me
libere – maldito cabrón.
Haz lo que te de la gana – sabía
que no podía discutir con él.
Después de entrar
en una hamburguesería y pedirme una famosa hamburguesa americana que
me supo a gloria, recorrí la parte sur de la ciudad y entré en
varias cafeterías y tiendas que buscaban dependienta, pero no tuve
suerte. Al pasar frente a un bar de copas de moteros vi un letrero
enorme que decía que necesitaban una camarera. Bar Infierno. El
nombre se ajustaba perfectamente a mi situación actual. Jamas me
había dedicado a eso, pero la verdad era que jamás me había
dedicado a otra cosa que no fuera estudiar. Decidí entrar a probar
suerte.
¿Vas a entrar allí? – preguntó
mi grano en el culo poniendo mala cara – tú eres una mojigata,
van a comerte viva – dijo relamiéndose ante la idea. Un
escalofrió recorrió mi columna, no sabía por qué, pero la idea
literal de comerme viva le entusiasmaba.
Vete al infierno – le hice un
gesto para que se quedara en la puerta y antes de entrar le enseñe
el dedo corazón, dejándolo completamente fuera de juego. Lo sé,
fue un gesto infantil, pero tenia la necesidad de hacerlo.
El bar por dentro
era tal y como me lo había imaginado, decorado con sillines de moto,
ruedas de moto, manillares de moto y todo tipo de piezas de moto. El
barman me miró con curiosidad mientras me acercaba a la barra y
varios de los tíos que estaban jugando al billar pararon sólo para
observarme.
¿En que te puedo ayudar? – dijo
muy educadamente para mi sorpresa.
Vengo por el anuncio. Necesitan
una camarera ¿no?- no deje que el ambiente me incomodara, pero el
borracho que, por arte de magia, se había situado junto a mi en la
barra me estaba poniendo nerviosa. No me quitaba la mirada de encima
y cada vez se acercaba más a mi.
Esta muy buena Bout, no me
importaría tenerla cerca – vi venir el movimiento de su mano
hacia mi culo e instintivamente actué. No era ninguna niña
indefensa, era una bruja, una con muy buena formación en defensa
personal y tres hermanos mayores. Giré su muñeca y coloqué su
brazo detrás de su espalda, le deje totalmente inmovilizado contra
la barra del bar.
Controla tus modales – le dije
mientras le soltaba no sin antes apretar su brazo hacia arriba y
sacarle un gemido de dolor.
Contratada, ¿Cuándo puedes
empezar? – El barman estaba muy gratamente sorprendido y la verdad
es que parecía un buen hombre. Su aspecto rudo con bigote y barba y
el pelo largo atado con un pañuelo rojo, no daba una buena
impresión al principio, pero sus ojos hablaban por si solos.
Tendría más o menos cincuenta años y realmente parecía buena
persona.
¿De verdad? Genial, puedo empezar
esta misma noche si quieres – le dije tendiéndole la mano para
cerrar el trato. Yo lo había visto en las películas y aunque le
sorprendió el gesto, la estrechó con gusto.
Samy, la otra chica te enseñará,
ven a las diez. Tenemos reglas de vestimenta, puedes traer calzado
bajo o con tacón, pero siempre tienen que ser botas y tienes que
vestir algo sexy, sólo admitimos el marrón, el negro, el azul
eléctrico, morado o rojo, nada de colores pastel – no me gustó
demasiado la idea de vestir como… como Keiran, pero eso era algo
temporal, podría superarlo.
De acuerdo, aquí estaré – le
dije mientras me encaminaba hacia la puerta.
Por cierto, Soy Bout – me grito
antes de que saliera.
Yo soy Aislyn – le contesté en
respuesta asintiendo con la cabeza. Después salí del local donde
mi grano en el culo estaba comenzando a aburrirse.
De
camino al hostal no le dirigí la palabra a mi demonio, que reaccionó
a la noticia sobre mi nuevo empleo con un “ no vas a durar ni tres
días”. Fui todo el trayecto concentrada intentando acordarme del
hechizo que hacia Ryan
para
cambiar de color su ropa, no estaba dispuesta a comprarme trapitos
nuevos.