Capitulo 46
Llevábamos más
de una hora caminando por las calles de Nueva Orleans, Nathan y Chris
se habían negado a dejarme pasear sola en busca de unas criaturas
invisibles, por lo que al final habían decidido pegarse a mi durante
la excursión. La verdad es que me sentía mucho más segura
teniéndoles cerca.
No sabía cómo
diferenciar a unos de otros, apretaba fuertemente la piedra en mi
mano, pero todo lo que veía era gente corriente.
Paré a dos o tres
hombres que vestían de negro y les miré las muñecas dejándoles
completamente atónitos.
Nathan comenzaba a
cabrearse y Chris luchaba por evitar reírse.
Sin darnos cuenta
entramos en un pequeño callejón cerca de la avenida principal donde
estaban todos los bares de copas, y fue allí donde por fin me
encontró mi destino.
- Sé porque estas buscando a uno de los míos, quimera – dijo un hombre que salió de las sombras. Por el rabillo del ojo vi como Chris y Nathan se tensaban.
- ¿Pueden verte? - pregunté, sintiéndome como una imbécil por haber ido cargando la maldita piedra.
- Siempre que pase de mi realidad a la vuestra puedo ser visto – Explicó el que supuse seria un shinigami. La farola ilumino su rostro y no pude evitar soltar una exclamación. Era tremendamente atractivo, guapo no era una palabra que le hiciera justicia. Como bien había dicho la bruja el hombre vestía de negro, un jersey sencillo con algunas cremalleras y un vaquero ajustado negro del que colgaban varias cadenas metálicas. Muy rollo gótico… pero tenía mucho más estilo y clase que cualquier gótico humano.
- Si sabes lo que quiero, ¿va a resultar difícil que me lo des? - tanteé el terreno, poniéndome nerviosa como una adolescente. Me había sonrojado, y por supuesto tanto el demonio como el vampiro se habían dado cuenta y me miraban con furia.
- Por supuesto, pero quiero algo a cambio – solicitó con una encantadora y tenebrosamente sexy sonrisa.
- Escúpelo ya – le dijo Chris comenzando a perder la paciencia. La mirada que ese ser le lanzó al demonio fue aterradora y toda mi piel se erizó en respuesta.
- Tu sangre. Dame dos viales de tu sangre y tendrás las mía – solicitó volviendo a mirarme a mí con una expresión más calmada.
- ¿Para que la quieres? ¿Tu sangre es el elixir? - pregunté nerviosa.
- Eso no es de tu incumbencia, y si, mi sangre es lo que llamas el elixir – explicó.
- Hecho – dije cerrando el trato.
- ¿Vas a fiarte de él así sin más? – preguntó Nathan.
- Si, ¿tienes alguna otra idea? – le pregunté acercándome al shinigami. Ojala pudiera hablar con él a solas, aunque fuera unos minutos, pensé para mis adentros. Inmediatamente después de mi solicitud mental, mis dos acompañantes se quedaron congelados, tal cual como si el tiempo se hubiese parado para ellos. Miré asustada al shinigami.
- Tranquila, están bien, tenemos tres minutos para que me preguntes lo que deseas saber – dijo divertido.
- ¿Qué tengo que hacer después de beber el elixir? - pregunté acercándome a él. A medida que mi cuerpo se acercaba al suyo podía sentir su magnetismo, podía sentir como no pertenecía a este mundo…
- Eso no lo sé, creo que está documentado en un libro, pero te aconsejo que busques un Jinsey para poder completar el ritual – explicó mientras agarraba mi brazo y con un extraño instrumento completamente indoloro pinchaba mi vena – no son tan fáciles de encontrar como nosotros, de hecho creo que si yo no llego a venir no hubieras visto un shinigami nunca… pero los Jinsey jamás te ayudaran, son criaturas del bien, como les gusta a esos hipócritas considerarse, y nunca harían un trato contigo a no ser que tengas algo que les interese y me temo que no hay nada en tu mundo que les interese lo suficiente como para colaborar.
- ¿Qué pasa si no encuentro a uno de ellos o si no me ayudan? - pregunté mientras el retiraba despacio el extraño instrumento.
- Que morirás – espetó sin ningún sentimiento en su voz.
- ¿Qué tienen que hacer para salvarme? - Insistí.
- Eso no lo sé, eso está en el libro, pero me consta que te falta la última mitad, así que no pierdas tiempo y búscala, porque solo tienes tres días desde que bebas esto – dijo entregándome un tarro de cristal del tamaño de un bote de coca cola. Dentro flotaba un extraño humo negro – ese hombre sabía demasiadas cosas, algo no estaba bien.
- ¿Por qué me ayudas? - pregunté de nuevo.
- Porque me interesa tener a alguien que me deba un gran favor, porque aparte de esto – dijo refiriéndose a la sangre que acababa de sacarme y que guardaba en dos viales negros completamente sellados – si consigues sobrevivir, algún día volveré y te pediré un favor que no deberás negarme. ¿Estás dispuesta?
- La verdad es que si no tiene nada que ver con que mate a gente, me parece bien – contesté nerviosa, ¿Qué demonios iba a querer una criatura como él de mi? Las posibilidades me asustaban bastante más de lo que reconocería.
- Tranquila, no será necesario que mates a nadie, por cierto mi nombre es Iskander y ha sido un placer hacer negocios contigo– dijo segundos antes de que mis acompañantes se descongelaran y nos miraran desconcertados.
- Hecho e igualmente – acepté y sin más con una simple inclinación de cabeza se despidió y se esfumó en el aire transparentándose poco a poco hasta desaparecer por completo.
Los chicos
siguieron mirándome confundidos, pero con un gesto de la mano le di
a entender que les explicaría una vez llegásemos a la casa. Como
los tres estábamos cansados no discutimos el modo de volver y
simplemente tomamos un taxi.
Una vez que
estuvimos carca de la mansión, que para Chris seguía siendo
invisible, sentí como el aire cambiaba, como algo extraño sucedía.
- Corred – gritó la voz de Blake desde dentro de la casa – hay un demonio – no le dio tiempo a decir nada más cuando demonio presumiblemente de rango superior se lanzó hacia mí. Nunca llegó a su destino. Chris le atrapó antes de que me alcanzara.
Nathan y yo
corrimos hacia la casa, pero solo él pudo traspasar la salvaguarda.
Recordé lo que había escuchado a hurtadillas esa tarde, recordé
que los demonios solo podían pasar si eran dignos de hacerlo y
siempre que una bruja del aquelarre les tocara podía ver la mansión.
Era lo que le había sucedido a Chris mientras yo había estado
inconsciente. ¿Pero por qué demonios me estaba bloqueado a mí?
La respuesta vino
a mi cabeza a la misma velocidad que la extraña sensación de
embotamiento... comencé sin más a notar como mi otro yo comenzaba a
salir a la superficie.
Escuché a Nathan
gritarme y le vi intentando llegar a mí, pero siendo agarrado por mi
padre y Blake.
Esa vez no luche
contra mi naturaleza y sin más la deje salir a la superficie.
La pelea
encarnizada de quien de alguna extraña manera asumí que seria Luca
le libraba a pocos metros de mi, pero ambos hombres parecían ajenos
a mi presencia.
La adrenalina me
inundó cuando vi a Chris en el suelo con la cara ensangrentada, Luca
era más fuerte y mi demonio estaba perdiendo. Nuestras miradas se
cruzaron por un momento y supo lo que iba hacer un segundo antes de
que me lanzara contra Luca.
Escuché como
Chris me maldecía y comencé a repartir golpes al demonio. Era mucho
más fuerte que él y le sorprendió descubrirlo. Sus ojos negros se
agrandaron en respuesta cuando le propiné una tremenda patada en el
pecho.
Mi
macabra sonrisa sorprendió a los dos demonios, Chris ya se figuraba
que ocurría, pero Luca fue pillado por sorpresa y ambos nos lanzamos
contra él. Como si lo hubiéramos hecho antes, yo me encargue de
sujetar fuerte su cuerpo mientras mi demonio le arrancaba el corazón
del pecho sin ningún miramiento. Los dos supimos coordinarnos como
si lo hubiéramos ensayado.
La adrenalina
bombeaba con fuerza en mi cuerpo, me sentía libre y satisfecha, me
sentía tan bien conmigo misma que ni siquiera me di cuenta de que no
estaba bien, de que tenía que luchar contra esos sentimientos, de
que tenía que volver a ser yo misma. Sabía que era tarde, que había
llegado a un punto de no retorno, y la verdad es que no me importaba.
¿Qué va a pasar
con mi familia? Preguntó la parte de mi que yacía oprimida.
Mi familia estará
bien sin mi, no tendrán que preocuparse de que me ocurra nada, me
contesté convencida.
Saqué el frasco
donde estaba el elixir del shinigami y lo miré pensativa.
¿En que demonios
estaba pensando? ¿No me importaba morir? ¿Realmente estaba
dispuesta a tomarme aquello sin saber realmente lo que me iba a
suceder? Me sorprendí a mi misma por lo estúpida que era y estaba a
punto de romperlo cuando una voz me interrumpió.
- No lo hagas – me dijo Chris acercándose a mi despacio – tienes que volver en ti, sé que me estas escuchando Norah, por favor... no lo hagas – era la primera vez que escuchaba a Chris suplicar por algo y cuando crucé mi mirada con la suya, sentí como el muro comenzaba a romperse de nuevo, la opresión en el pecho comenzaba a disminuir, ni si quiera mi yo demonio podía resistirse a ese hombre...
- ¿Sabes a caso lo que me pasará si lo tomo y no encontramos el libro o a un Jinsey? - pregunté todavía en rol de malvada. Chris se paralizó y no supo contestar – moriré – espeté.
Al ver la
expresión desangelada en el rostro del demonio, el muro se rompió
de todo y con mucho esfuerzo conseguí ir reprimiendo la maldad, la
ira, la soberbia y la furia que me controlaba. Miré los ojos de
Chris, vi cuando se dio cuenta de que había regresado a ser yo misma
y también pude ver en su mirada la determinación de arrebatarme el
frasco. Actué por instinto, lo abrí con facilidad y trague el
extraño humo negro.
Chris gritó
llegando a mi en un mili segundo, pero ya era demasiado tarde.
- ¿Por qué demonios lo has hecho? - preguntó agarrándome por la cintura.
- Después de que escucharas lo que había dicho Evil Norah no me hubieras dejado tomarlo – expliqué enfrentando sus ojos e intentando forzar una sonrisa... todo comenzaba a verse borroso y sentí como mis piernas ya no aguantaban el peso de mi cuerpo. Me desplomé en los brazos del demonio, pero todavía tenía una cosa más que decirle – no se lo digas a nadie más, te lo ruego.
- Maldita sea, pequeña... – escuché que susurró poco antes de que me cogiera en brazos. Después todo se volvió negro.
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