Capitulo 35
Me pase toda la
mañana bañándome en la piscina y tomando el sol, no quería pensar
demasiado en todo lo que había pasado y mucho menos quería tener a
esos dos cerca.
Chris me había
salvado dos veces en el pasado, aunque también me había acechado y
atacado un par de veces... todo era confuso, no sabía lo que
realmente sentía hacia ese demonio, no sabía si era miedo, rabia,
odio, ira o... amor... había algo extraño en nuestra unión.
Nathan por el
contrario nunca me había traicionado, pero aun así, había borrado
mi memoria y me había mantenido en la inopia más de nueve años...
no podía pretender que mis sentimientos estuvieran igual de intactos
que cuando sucedió, habían pasado muchas cosas en esos años que
ahora confrontaban y luchaban contra esos bellos recuerdos.
Era complicado y
mi cabeza iba a estallar, lo único que me relajaba era hundirla en
el agua fresca y bucear para liberar el estrés.
Sabía que ambos
me miraban a ratos a través de las cristaleras de la casa, pero
ninguno se atrevía a acercarse a mi.
Sentí algo
extraño pocos segundos antes de que un borrón marrón se acercara a
mi a velocidad demoníaca.
Pensaba que estaba
segura en esa casa, pero al parecer no era así.
El demonio se
estrelló contra mi y sentí como me mordía en el cuello, todo
sucedió en cuestión de segundos y para cuando Chris y Nathan
llegaron a mi, el tipo se había marchado y me había dejado tirada
en el césped con un horrible mordisco en la yugular.
- ¿Cómo mierdas ha podido pasar algo así? - preguntó Chris arrodillándose a mi lado. Nathan se arrodillo al lado de mi cuello y para asombro de todos puso su boca contra la herida. Chris gruñó molesto, pero le dejo hacerlo, él vio la pregunta en mis ojos y respondió de mala gana.
- La saliva del vampiro es regeneradora, no es lo mismo que si ya hubiera detenido su envejecimiento, pero nos ahorrará un viaje al hospital o una camarera completamente drenada... - dijo con una maliciosa sonrisa. Se refería a la chica a la que mate, y mi boca escupió una serie de improperios que parecieron divertirle más que ofenderle. Putos demonios.
- Ya esta, pero ahora si quieres beber sangre podemos traer a alguien, no tiene por qué pasar lo de la otra vez... - intentó tranquilizarme Nathan mientras me ayudaba a a levantarme – también hay algunas bolsas de sangre en el arcón del sótano, voy a por una – dijo mientras me cogía en brazos y me pasaba rápido a la cocina, dejándome sentada en unos de los taburetes.
- ¿Qué es eso? - preguntó Chris señalando mi escote. ¿Seria posible que con el meneo se me hubiera salido el pecho del bikini? Me miré asustada. Gracias al cielo ambas seguían en su sitio, pero sobresalía un trozo de papel. Chris acercó la mano muy despacio deleitándose con cada movimiento y sin apartar la mirada de mi pecho.
- Por lo que veo es una nota – susurró rozándome con el dedo al sacarla y haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.
- Nunca estarás a salvo – Leyó el demonio quedándose por un momento casi petrificado.
- ¿Quién es?¿Qué pasa? - pregunté nerviosa intentando quitarle el papel. Cuando lo tuve en la mano leí la misma frase y vi abajo una firma – Luca – leí en voz alta.
- ¿Quien coño es luca? - preguntó Nathan entrando de nuevo en la cocina con una bolsa de sangre.
- Mi maestro – confesó el demonio dejándonos estupefactos.
- Me estoy mareando... esto cada vez se complica más – dije levantándome del taburete - ¿Qué significa esto? ¿Te vas a unir a él o te vas a enfrentar a él? - pregunté sin mas. Tenía que empezar a ser más practica y dejar de dar vueltas o estaban conmigo o contra mi, no hay termino medio.
- No voy a unirme a él – aclaró enfrentando nuestra recelosa mirada – pero es un demonio soberbia muy poderoso, mucho más que yo – reconoció no sin cierta reticencia. No le gustaba reconocer que alguien era más fuerte que él.
- Ok, ahora dame esa sangre que la herida empieza a dolerme bastante – solicité nerviosa.
Nathan abrió la
bolsa en el fregadero para servirla en un vaso, pero no le di tiempo,
cuando el aroma de la sangre se esparció mis instintos tomaron en
control de mi cuerpo, otra vez.
En menos de un
segundo estaba junto a él, le arranqué la bolsa de las mano y hundí
mis dientes en la abertura. Sabía que se estaba resbalando por las
comisuras de mis labios y me estaba chorreando por el cuello.
Sentí la mirada
ardiente de Chris y como sus ojos brillaban candentes mientras
seguían el recorrido de la sangre por mi cuerpo. Se lanzó hacia mi
arrebatándome de las manos la bolsa de sangre medio vacía y salió
corriendo fuera de la cocina.
Los ojos de Nathan
estaban clavados en mi, el aroma de la sangre comenzaba poco a poco a
disiparse, pero el torrente de serotonina y adrenalina de mi cuerpo
seguía disparándose a toda tralla por mis venas.
No me esperaba su
reacción. Se lanzó a besarme con unas ansias desmesuradas, con las
mismas que yo le recibí y sentí la misma sacudida de emociones
había sentido en el pasado cuando era suya.
- Podríais cortaros un poco ... ¿o vas a montártelo con ella sobre la encimera? – dijo la voz gruñona de Chris. Rompió la magia que se había creado y yo volví completamente a la realidad.
- Tú siempre jodiendo los momentos – espetó Nathan soltándome de la cintura.
- Eso mismo podría haberte dicho a ti antes en la habitación – soltó el demonio recibiendo un sonoro y desagradable gruñido del vampiro.
- Dios, creo que me voy a volver loca – me dije a mi misma apartándome de los dos – voy a ducharme.
- No tardes, Dante esta a punto de llegar – me avisó Nathan mientras limpiaba la sangre derramada en la cocina.
Me quité mi
bikini azul eléctrico y me dispuse a entrar en la ducha cuando
escuché una discusión en la cocina.
La sangre humana
había intensificado mis sentidos, agudicé más y sentí como mi
oído era capaz de captar la conversación como si estuviera allí
con ellos.
- ¿Cómo coño ha podido entrar ese demonio en mi casa? - preguntó Nathan, fue en ese momento en el que reparé en las salvaguardas que supuestamente no dejaban traspasar a ningún demonio si no era tocado por un habitante de la casa.
- Bueno, solo hay dos opciones, o alguien le dejo pasar o es lo suficientemente fuerte como para traspasar tus custodias durante un tiempo, tiempo que dicho sea de paso aprovechó muy bien – aclaró Chris – Ese demonio es un sanguinario y un rastreador nato... va a ser complicado deshacerse de él. Deberías alejarte y dejarme cuidad de ella, conmigo estará a salvo – espetó por ultimo.
- Ella es mi mujer – le dijo Nathan.
- Ella fue tu mujer, tú la dejaste ir, no tienes derecho a reclamar nada – espetó el demonio furioso.
- Lo hice por su bien – gritó Nathan.
- Estuve detrás de su rastro más de cinco años hasta que me di cuenta de que eras solo tu, luego me costo otros tres años encontrarla y para cuando la encontré no recordaba quien coño era – le gritó el demonio en respuesta.
- Apártate de ella – pidió el vampiro con hielo en la voz.
- ¿Qué piensas hacer si no lo hago? - preguntó Chris con una carcajada.
- Lo que sea necesario – amenazó.
- No eres rival para mi, ni si quiera eres rival para ella cuando bebe sangre, no eres mucho mejor que un simple humano, sabes que podría aplastarte aquí mismo sin derramar una sola gota de sudor – la amenaza de Chris sonaba mucho más seria y loable. Los pelos del cuerpo se me pusieron de punta.
- ¿Qué demonios estas tramando? - preguntó Nathan – ¿es a caso su sangre lo que quieres? - esa pregunta me pillo de improviso, en ningún momento se me había pasado por la cabeza... de hecho cuando había sangrado en el sótano del club, a Chris no pareció afectarle el olor como a los otros vampiros y Nathan... bueno él estaba acostumbrado.
Había recordado
todo y sobre todo la primera vez que me había herido delante de él,
incluso sin ser un vampiro completo le había sido difícil
controlarse, pero poco a poco tomando mi sangre día tras día se
hizo completamente inmune.
- No deseo su sangre – dijo Chris, aunque había dudado durante algunos segundos. Segundos que sin darme cuanta había estado reteniendo la respiración – solo quiero que se duche de una vez y deje de espiar nuestra conversación.
- ¡Joder! - espeté nerviosa como si me hubieran pillado escuchando detrás de la puerta, de hecho lo que había estado haciendo era algo similar. Me sentí un poco abochornada y me metí rápidamente en la ducha. Momentos después escuché una sonora y burlona risa del demonio
Cuando terminé de
asearme en el baño donde me tome mucho más tiempo del de costumbre,
escuché el timbre de la puerta, Dante había llegado y esperaba de
corazón que lo que trajera fueran buenas noticias o algún tiempo de
información sobre el libro. Solo iba a tener suerte en una de las
dos.
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