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miércoles, 27 de agosto de 2014

Ragnarok 4



Capitulo 4



“La huida”
Aislyn


Todo sucedió muy rápido, Bashet siseaba como una serpiente en dirección al demonio y mi hermano ya había creado una corriente de poder a su alrededor. Todos estaban listos para luchar excepto el demonio. Mi guía permanecía de pie observando todo con curiosidad, pero no había miedo en sus ojos.
Eoghan Macbeth había desaparecido y mi amiga Eilen nos miraba a todos como si estuviésemos locos.

  • ¿Qué hacéis? Si le matáis a él vais a matarla a ella también – dijo Eilen poniéndose entre mi familia y yo.
  • Pero es mi deber, ¿Cómo ha podido suceder? Esto es una sentencia de muerte para ti Aislyn – dijo mi hermano bajando la guardia y echándose las manos a la cabeza – ordénale que no nos haga daño a ninguno – me ordeno mi hermano antes de seguir.
  • No hagas daño a nadie – le dije al demonio mirándole directamente a los ojos. No pude aguantarle la mirada, era demasiado fuerte, malvado. No pude reprimir un escalofrió.
  • Lo que usted ordene – dijo entre dientes con una voz fría y sensual que me heló la sangre.
  • Hay que sacarte de aquí – dijo mi hermano y mi padre – los ancianos ya deben de saberlo, se han activado las alarmas oscuras. Estas perdida si no conseguimos que huyas.
  • ¡Yo no he hecho nada! ¿Por qué van a castigarme? – pregunté ansiosa. No entendía nada. ¿Qué culpa tenia yo?
  • Esto pasa muy raras veces, pero nunca se cuenta porque la misma familia o el cazador que asiste a la ceremonia se encarga de… matar al brujo. No podemos ir resucitando demonios. Es una ley que estoy desobedeciendo. ¿Qué hacemos papa?
  • Vamos al cuarto, vamos a sacarte de aquí, tú ves a avisar a los ancianos a la casa grande, di que el demonio ha creado un escudo protector alrededor de ellos y que han recitado el conjuro en el portal y se han marchado – dijo mi madre. Mi padre se había quedado totalmente catatónico. Mi hermano me abrazo rápido y corrió con su guía hacia la casa de los manda mases del Coven.

Subimos corriendo las escaleras, el demonio iba detrás de todos nosotros, con una tranquilidad pasmosa, no había abierto la boca para decir nada. Era un guía de mierda.
El cuarto de mi hermano que se había acondicionado para ser nuestro portal al mundo exterior estaba preparado, en décimas de segundo escuchamos ruido en el exterior de la casa. Ya venían a por mi. Mi madre, Eleonor Macbeth, recito un pequeño conjuro mientras nos colocamos y mis ropas cambiaron a una deportivas un vaquero y un anorak negro. El demonio y yo nos introducimos en el circulo rojo que había pintado en el suelo, cogí mi maleta y mi bolso, pero antes de que mi padre comenzara el ritual…

  • ¡Zaphirah! ¿Dónde esta? – la gata dio un bufido intenso cuando vio al demonio, pero saltó inmediatamente a mis brazos. En ese mismo instante escuchamos la puerta de la casa ceder. Ya estaban dentro.
  • Ten cuidado, no vayas a Londres, te buscaran allí, te vamos a mandar lejos, es un conjuro difícil, pero practico ni siquiera nosotros sabremos donde te hemos mandado. Si necesitas ayuda busca a Val.
  • ¿Qué Val? – pregunte sorprendida mientras veía a mis padres cogerse la mano y comenzar con el conjuro de transporte - ¿Dónde voy a ir si no tengo apartamento ni coche, ni trabajo? – les pregunté intentando llamar su atención. Mis cazadores ya estaban subiendo las escaleras, en menos de un minuto entrarían en la habitación. Mis padres no contestaban, estaban inmersos en el ritual.

Antes de que el humo blanco me envolviera trasladándome a saber donde, mire a mi amiga Eilen, su pelo negro enmarcaba un rostro pálido y lleno de preocupación, sus ojos negros estaban llenos de lagrimas.

  • Te prometo que me cuidare, no te preocupes – le dije en general a todos. En ese momento la puerta se abrió y pude ver la cara de mi hermano justo antes de desaparecer. Me sonrió aliviado. Lo habíamos conseguido, al menos por el momento.

Pasamos diez minutos en un pequeño huracán de humo blanco, no hacia ni frió ni calor, pero era extraño estar suspendidos en medio de la nada. El demonio no hablo, se limitaba a observarme de vez en cuando y a mirar a su alrededor. No le conocía, pero podía adivinar que era un tipo arrogante.

  • ¿Cómo te llamas? – pregunté por fin.
  • Que más da… - dijo mirándome por encima del hombro.
  • Bueno pues te llamare Misifu – dije utilizando también parte de mi arrogancia. Esas palabras tuvieron reacción. Justo la que esperaba.
  • Keiran – contestó mientras enfrentaba mis ojos y me hacia retirar la mirada de él.
  • Yo soy Aislyn, espero que nos llevemos bien, porque vamos a pasar una largo tiempo juntos – dije para intentar conversar de algo y catalogarlo de alguna manera. Su respuesta fue contundente. Quedaba así catalogado en la carpeta de enemigos mortales.
  • No vamos a pasar tiempo juntos, eres demasiado débil, pronto me liberaré de ti y será un placer acabar con tu vida yo mismo – genial, la cara de gilipollas que se me quedo en ese momento tuvo que ser espectacular. El miedo recorrió mi cuerpo y mi alma, pero me arme de valor y fui directa al grano.
  • Muy bien, pues nos llevaremos mal hasta que eso suceda, pero de momento eres mi siervo – utilice esa palabra para hacer más daño y obtuve como repuesta un gruñido gutural como el de un perro – tienes la obligación de protegerme siempre y así te lo ordeno.
  • Como mandes – contestó entre dientes.

Al parecer habíamos llegado a nuestro destino, y el humo blanco comenzó a disiparse. La bruma de mi cerebro también comenzó a retirarse y a dejar millones de preguntas y miedos. No tenia ese estupendo trabajo ni ese estupendísimo apartamento de Londres y acabábamos de aparecernos en un callejón muy oscuro de a saber donde, imaginé rápidamente que estábamos al otro lado del globo, ya que era por la noche, una noche muy cerrada y fría, por lo que seguramente estuviéramos en américa del norte. No me di cuenta que todas estas cavilaciones las había estado haciendo en voz alta hasta que el demonio contestó.

  • Si, estamos en Estados Unidos – contestó con seguridad y prepotencia.
  • Averigua la ciudad en la que estamos – le dije mientras caminaba por el callejón hacia la calle principal. Keiran desapareció en una neblina negra y antes de que alcanzara la esquina del callejón con la calle principal se apareció frente a mi, dándome un susto de muerte.
  • Joder, no hagas eso – no era una persona que blasfemara con frecuencia, pero en esos momento ya no me importaban los modales ni un pimiento.
  • Estamos en Washington DC – dijo el demonio apartándose un poco para que pudiera pasar y salir a la preciosa e iluminada calle.

Andamos sin rumbo durante un cierto tiempo, Keiran no decía nada, ni daba su opinión, ni se quejaba, era como estar completamente sola. Puse mi cabeza a funcionar, deberían ser las cinco o las seis de la mañana, estaba empezando a amanecer. Tenía que encontrar pronto un sitio donde alojarme y descansar un poco. Pase cerca de varios hostales y al final me decidí a entrar en uno que estaba bastante resguardado ente dos callejones y que era muy barato, solo treinta dólares la noche. Convertí las Libras que me habían dado mis padres en dólares, ese era el único hechizo que se podía realizar con el dinero, el cambio de moneda nos sale gratis, la pena es que ningún brujo haya encontrado la manera de reproducir el dinero sin tener efectos secundarios, pero es por eso por lo que los poderes lo tienen prohibido.
No reparé en que todavía llevaba encima a la pequeña Zaphirah hasta que el recepcionista del hotel me pidió un suplemento de cinco dólares por el animal.

  • Pagaré al contado dos semanas – le dije mientras intentaba sacar el monedero. La gata no se movía de mis brazos, estaba realmente asustada, no dejaba de temblar y Keiran no era de gran ayuda.
  • Esta bien, no hagan mucho ruido y no tendré que echarlos – dijo el recepcionista cuando le pague y nos dispusimos a subir las escaleras hasta la habitación 208.
La habitación era horrible, tenia dos camas de un metro treinta y las paredes y el suelo enmoquetados con una tela realmente hortera, pero era lo que había, solo tenia dos mil dólares en efectivo y estaba segura que no podría sacar de la cuenta bancaria que me habían asignado sin conducir a mis enemigos directamente hacia mi. Enemigos. En tan sólo dos horas la gente a la que consideraba familia y amigos estaban buscándome para matarme. Deseaba saber si mis padres y mi hermano estaban bien o les había hecho algo por dejarme escapar, pero no podía ponerme en contacto con ellos y eso me comía las entrañas.

  • ¿Los demonios duermen? – pregunté a bocajarro mientras dejaba a la pequeña gata sobre mi cama.
  • Si – siempre tan claro y seco.
  • Eres un borde – le solté sin pensármelo. Por fin pude ver una reacción en su cara. Estaba sorprendido.
  • Voy a arrancarte la piel a tiras en cuanto esta mierda de pulsera se caiga, no tengo por que ser amable contigo – definitivamente daba miedo.
  • Bueno, mientras tanto, podrías intentar hacer mi vida un poquito más fácil y darme algo de conversación – solo obtuve un bufido en respuesta y después se metió en el servicio.

Abrí la maleta y la magia de Eilen y Ryan hizo el resto, toda mi ropa nueva y parte de la antigua se colocaron automáticamente en el armario, mis recuerdos y demás cosas se fueron ordenando por toda la habitación, los cajones de las mesillas se llenaron con mi ropa interior y la cómoda se lleno de portaretratos de mi familia y amigos.
Keiran salió del baño en el preciso momento en el que unas bragas negras de encaje (que yo no había comprado) atravesaron la habitación volando hacia su cajón. La cara del demonio intercepto la trayectoria. Había pasado por muchas cosas ese día y no pude evitar eliminar la tensión con un grandioso ataque de risa.

  • Nunca hubiera imaginado que fueras de las mujeres que llevan este tipo de ropa interior – dijo mientras tiraba la prenda sobre la cama.
  • No soy de esas – dije entre carcajada y carcajada.
  • No me parece gracioso – vaya un guía de mierda que me habían conseguido los poderes. Era un demonio. Quería matarme. No hablador y por si fuera poco, no tenia sentido del humor.
  • ¿Cuéntame algo de ti? – pregunté mientras me sentaba sobre la cama y acunaba a Zaphirah. Mi pregunta debió de sorprenderle porque no contestó de inmediato con uno de sus gruñidos.
  • ¿Qué te importa? – preguntó realmente sorprendido.
  • Bueno, vamos a pasar tiempo juntos, me gustaría saber que clase de demonio eres – sabía que ni los Fae, los ángeles o los demonios podían mentir a sus novatos, así que intente sonsacarle.
  • Soy un demonio de fuego, un demonio de la venganza – para mi sorpresa y la suya propia, me contestó de forma normal. No había sequedad, asco o mal estar en su voz. Era un buen progreso.
  • Yo soy profetisa – le dije en respuesta.
  • Me da igual – otro paso atrás. Una de cal y otra de arena, los próximos años iban a ser difíciles.

Decidí ignorarle e irme a dormir, estaba realmente exhausta. Ya había amanecido así que cerré las cortinas y me dispuse a dormir veinticuatro horas hasta eliminar el yet lag.
Solo pude dormir seis horas, me levanté a las tres de la tarde, estaba tan a gusto bajo las mantas que no quería moverme ni recordar nada, pero un olor a carne recién cocinada y a verduras salteadas hizo rugir mi estomago como si no hubiese comido jamás.

  • Que bien huele… ¿has pedido comida? – pregunté mientras me daba la vuelta y me incorporaba en la cama. Keiran estaba comiendo sentado en su cama. Esa milésima de segundo, el demonio me pareció por primera vez un tipo de lo más normal.
  • ¿Has pedido algo para mi? – pregunté esperanzada.
  • No – su respuesta me enfureció más que nunca.
  • ¿De donde sacaste el dinero? – le espeté mientras salía de la cama malhumorada.
  • No lo necesito, voy donde quiera y cojo lo que quiera – dijo mientras se metía un gran trozo de carne en la boca – y por favor… tapate un poco – me había puesto un jersey de Ian que me llegaba justo por debajo del culo y jamás había pensado que algo así le incomodaría. Bien. Quería incomodarle, quería darle un puñetazo y una patada en las narices. Me estaba sacando de quicio y mi hambre no hacia más que aumentar por momentos mi mala leche.
  • Vete a la mierda – le dije mientras entraba en el baño y daba un portazo.

Tenia que salir a buscar trabajo, los mil seiscientos dólares que tenia en la cartera no iban a durarme mucho y no podía pasar más tiempo parada lamentándome.
Por lo visto Keiran no sólo había “comprado” comida, también había usurpado la mitad de mi armario con ropa. Toda negra, jeans negros camisetas negras, camisas negras, Jersey negros. Que triste y aburrido. Solo había comprado unos jeans azules y una sudadera roja y no sabía el motivo. La verdad es que tampoco me importaba. Me vestí rápido en el baño y me puse mi ropa más linda y mis botas más altas y sexys, aunque no lo había hecho nunca, sabía que para encontrar trabajo tenia que causar buena impresión, sujeté mi largo pelo pelirrojo en una coleta alta y puse algo de rímel y brillo en mis labios. Ya estaba lista para emprender mi nueva vida.

  • Me voy a buscar trabajo, vendré más tarde – le dije al demonio mientras cogía mi bolso y mi abrigo.
  • Voy contigo, estoy harto de estar aquí encerrado – su respuesta me sorprendió tanto que no supe que contestar.
  • De eso nada, tú asustas a cualquiera que se cruce contigo, necesito causar buena impresión – le espeté
  • Te esperaré fuera, además es mi jodido deber protegerte, no quiero que te mantén antes de que me libere – maldito cabrón.
  • Haz lo que te de la gana – sabía que no podía discutir con él.

Después de entrar en una hamburguesería y pedirme una famosa hamburguesa americana que me supo a gloria, recorrí la parte sur de la ciudad y entré en varias cafeterías y tiendas que buscaban dependienta, pero no tuve suerte. Al pasar frente a un bar de copas de moteros vi un letrero enorme que decía que necesitaban una camarera. Bar Infierno. El nombre se ajustaba perfectamente a mi situación actual. Jamas me había dedicado a eso, pero la verdad era que jamás me había dedicado a otra cosa que no fuera estudiar. Decidí entrar a probar suerte.

  • ¿Vas a entrar allí? – preguntó mi grano en el culo poniendo mala cara – tú eres una mojigata, van a comerte viva – dijo relamiéndose ante la idea. Un escalofrió recorrió mi columna, no sabía por qué, pero la idea literal de comerme viva le entusiasmaba.
  • Vete al infierno – le hice un gesto para que se quedara en la puerta y antes de entrar le enseñe el dedo corazón, dejándolo completamente fuera de juego. Lo sé, fue un gesto infantil, pero tenia la necesidad de hacerlo.

El bar por dentro era tal y como me lo había imaginado, decorado con sillines de moto, ruedas de moto, manillares de moto y todo tipo de piezas de moto. El barman me miró con curiosidad mientras me acercaba a la barra y varios de los tíos que estaban jugando al billar pararon sólo para observarme.

  • ¿En que te puedo ayudar? – dijo muy educadamente para mi sorpresa.
  • Vengo por el anuncio. Necesitan una camarera ¿no?- no deje que el ambiente me incomodara, pero el borracho que, por arte de magia, se había situado junto a mi en la barra me estaba poniendo nerviosa. No me quitaba la mirada de encima y cada vez se acercaba más a mi.
  • Esta muy buena Bout, no me importaría tenerla cerca – vi venir el movimiento de su mano hacia mi culo e instintivamente actué. No era ninguna niña indefensa, era una bruja, una con muy buena formación en defensa personal y tres hermanos mayores. Giré su muñeca y coloqué su brazo detrás de su espalda, le deje totalmente inmovilizado contra la barra del bar.
  • Controla tus modales – le dije mientras le soltaba no sin antes apretar su brazo hacia arriba y sacarle un gemido de dolor.
  • Contratada, ¿Cuándo puedes empezar? – El barman estaba muy gratamente sorprendido y la verdad es que parecía un buen hombre. Su aspecto rudo con bigote y barba y el pelo largo atado con un pañuelo rojo, no daba una buena impresión al principio, pero sus ojos hablaban por si solos. Tendría más o menos cincuenta años y realmente parecía buena persona.
  • ¿De verdad? Genial, puedo empezar esta misma noche si quieres – le dije tendiéndole la mano para cerrar el trato. Yo lo había visto en las películas y aunque le sorprendió el gesto, la estrechó con gusto.
  • Samy, la otra chica te enseñará, ven a las diez. Tenemos reglas de vestimenta, puedes traer calzado bajo o con tacón, pero siempre tienen que ser botas y tienes que vestir algo sexy, sólo admitimos el marrón, el negro, el azul eléctrico, morado o rojo, nada de colores pastel – no me gustó demasiado la idea de vestir como… como Keiran, pero eso era algo temporal, podría superarlo.
  • De acuerdo, aquí estaré – le dije mientras me encaminaba hacia la puerta.
  • Por cierto, Soy Bout – me grito antes de que saliera.
  • Yo soy Aislyn – le contesté en respuesta asintiendo con la cabeza. Después salí del local donde mi grano en el culo estaba comenzando a aburrirse.

De camino al hostal no le dirigí la palabra a mi demonio, que reaccionó a la noticia sobre mi nuevo empleo con un “ no vas a durar ni tres días”. Fui todo el trayecto concentrada intentando acordarme del hechizo que hacia Ryan para cambiar de color su ropa, no estaba dispuesta a comprarme trapitos nuevos.



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