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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ragnarok 36




“El Nox”
Aislyn

Keiran se lanzó a una velocidad increíble contra lo que fuera que había entrado en la cueva yo me levante con energías renovadas, pero Trevor no se despertaba. Tuve que sacudirle fuertemente con el pie. Nada más abrir los ojos en lo primero en lo que se fijo fue mi ropa interior, pero el choque de trenes que había al otro lado de la cueva hizo que se alzará en posición defensiva, ambos fuimos corriendo hacia allí.
Keiran estaba luchando con una criatura que no había visto nunca, se parecía a un vampiro, pero se movía mucho más rápido y sus ojos eran verdes como el fuego. Me lancé a ayudarle. El demonio tenia una espada la lanzó contra Keiran para enfrentarse a mi y dio de lleno en su hombro, clavándole contra la pared.

  • ¡Es un nox, son muy fuertes, ten cuidado! - Me gritó Trevor desde atrás, luche lo mejor que pude a manos desarmadas pero el demonio sacó dos cuchillos y se dispuso a cortarme la garganta con ello, estaba perdida, pero Trevor se puso a las espaldas del demonio con una Claymore, la tenia alzada, imaginé que para rebanarle la cabeza. El nox fue más rápido y se giró clavándole una de las dagas en el corazón y cortándole el cuello con la otra. Ese era mi momento para actuar, conjuré la espada de mi tierra y antes de que pudiera reaccionar le corté la cabeza con una ira desconocida en mi.
  • ¡Trevor! - grité cuando el demonio cayó al suelo decapitado. sabía que no podía hacer nada por él, pero lo intenté. Convoqué hechizos de curación, pero no servían de nada, no podía revivir a los muertos. No me di cuenta de que estaba temblando y llorando como una niña hasta que no escuché a mi demonio.
  • Ayudame mojigata – dijo con un hilo de voz. Me acerque a él y utilicé mi recién adquirida fuerza para desatascar la espada de la pared y así liberar su hombro. Un enorme gruñido de Keiran me puso los pelos d punta.
  • ¿Estas bien? - pregunté. Lancé un hechizo de curación, pero solo lo curó un poco, no era tan poderoso como para curar una herida de semejante magnitud.
  • Me curaré pronto, gracias – dijo mientras se levantaba. Yo fui directamente hacia el cuerpo del nox. Le hice levitar hacia fuera de la cueva y lo tiré por la montaña.
  • Ha muerto, lo que está diciendo Luna, se está cumpliendo, mucha gente va a morir por nuestra culpa, ya tengo dos muertes a mi espalda, no seré capaz de soportar más– no sabía si estaba hablando conmigo misma o con Keiran, este ultimo no contestó.
  • Esto es una guerra, la gente muere, tienes que acostumbrarte porque él no va a ser el ultimo – me dijo mientras señalaba a Trevor. No sabía como lo había hecho, pero se había vestido y puesto el brazo en cabestrillo.
  • Debiste dejarme que te pusiera un vendaje y te limpiara la herida – le regañe.
  • Estoy bien así, ¿Qué vas a hacer con él? - preguntó.
  • Cenizas a las cenizas, polvo al polvo, vuelve a tu hogar con tu familia – recité un conjuro de los que nos grababan a fuego en el Coven, siempre que alguien moría había que mandar el cuerpo allí.
  • ¿Estas bien? - me preguntó acercándose a mi. Todavía estaba en ropa interior y sin darme cuenta había empezado a temblar. Keiran activo una bola de fuego y yo me acerqué peligrosamente a ella para entrar en calor y vestirme.
  • Si, me sorprende, pero no estoy tan afectada como debería estarlo – reconocí. Había odiado a Trevor mucho tiempo y aunque sentía su muerte no me afectaba tanto como imaginé.
  • Eso está bien – dijo el practico demonio.
  • ¿Qué narices es un nox? - le pregunté.
  • Un demonio de rango superior, viven al otro lado, hay que ser alguien muy poderoso para convocar a uno a este mundo y tengo una ligera idea de quien lo ha hecho – me dijo mi demonio mientras se sentaba junto a mi.
  • Tenemos que irnos, aquí ya no estamos seguros – le dije enfrentando sus ojos verdes, ¿Cómo no me había dado cuenta antes?Eran preciosos, el anillo dorado que recubría sus iris, era casi hipnotizarte. No quería hablar con él de lo que había pasado antes del ataque. ¿Qué demonios nos había pasado? ¿Cómo era posible que se sintiera tan bien y tan correcto estar en sus brazos? ¿Por qué demonios se me aceleraba el pulso solo con tenerle cerca? El simple hecho de pensar que quien podía haber muerto era Keiran, me ponía los pelos de punta y un nudo horrible en la garganta, y no era por el hecho de que si el moría yo también. Jamás me había sentido así, no quería pensarlo mucho, pero cada vez estaba más segura de que me estaba enamorando de mi demonio.

Mi demonio, un ser que se lanzaría a mi cuello cuando desapareciese la pulsera, ¿Y si me estaba intentando conquistar para que me fuera más difícil defenderme cuando llegase el momento? sabía que yo era mucho más fuerte que antes y casi inmortal, justo como él. Era una buena estrategia, tenia que reconocérselo, pero no, yo ya no era la imbécil mojigata que conoció hace ya casi cuatro meses. Yo ya era una mujer lista, preparada y alerta.
No se cuando me quedé dormida, solo se que me desperté con la cabeza sobre el regazo de Keiran, por la luz que entraba en la cueva, podía adivinar que eran casi las doce del medio día.

Estábamos los dos hablando con un humano, un anciano. Arthur Freys. Le contábamos lo de la profecía, les explicábamos como iba a cambiar el mundo. Le damos un mapa, un mapa para que nos encuentren

La premonición me pillo por sorpresa y sobresalté a Keiran que al parecer seguía durmiendo como un niño. Me incorporé despacio.
  • ¿Qué has visto? - me preguntó con voz ronca.
  • Arthur Freys. Estábamos hablando con él, explicándole lo que iba a pasar y dándole un mapa de nuestra casa, donde nos podrán encontrar sus elegidos – le expliqué.
  • ¿Por qué íbamos a hacer eso? Se supone que ellos nos tiene que matar o algo de eso para cerrar la grieta – tenia razón, no se me ocurría nada que pudiera hacer que nosotros nos expusiéramos así.
  • ¿Cómo estas? - le pregunté recordando su herida del hombro.
  • Esta prácticamente curada – me dijo sin darle importancia.
  • Me alegro – dije sin más mientras convocaba un buen desayuno escoces para lo dos – estoy muerta de hambre.

Al parecer ninguno de los dos queríamos hablar sobre lo que pasó la noche anterior, era un tema un poco bochornoso, y bueno, si yo no me equivocaba, si lo hacia para enamorarme y así dejarme desprotegida cuando fuera el momento de la lucha, estaba segura de que lo volvería a intentar. No sabía cual iba a ser mi reacción, pero no quería adelantarme a los acontecimientos, eso si, iba a mantenerme alerta.
  • ¡Creo que se de alguien que podría ayudarnos! - grité casi sin darme cuenta.
  • ¿Quién? - preguntó el demonio mientras terminaba de ingerir un trozo de bacon.
  • No hables con la boca llena – le imité – la guía de mi hermana mayor, es una pitonisa, una de las antiguas, fue una de las más grandes en el oráculo de delfos.
  • ¿Tu hermana es cazadora? - preguntó.
  • No, es medico, trabaja en el hospital de Londres – le explique acordándome de la dulce Ámbar, era la hermana con la que menos tiempo había pasado, pero la única que me escribía casi todas las semanas. Se marcho cuando yo solo tenia diez años y solo la había vuelto a ver cuatro veces mas, adoraba su trabajo y todos sabíamos que terminaría casándose con un humano, sabíamos que ella seria de las que no volverían al Coven. ¿Seguiría su guía con ella? sabía que hacía más de ocho años Raphaela había quedado libre, pero estaban muy unidas, por lo que imaginaba que seguramente andaría cerca.
  • Vamos, es peligroso, pero no tenemos otra cosa que hacer – me cogió de la mano y en un pestañeo de ojos, estábamos en Londres, parecían ser las nueve de la noche.

Entramos en el hospital y pregunté en recepción por Amber Macbeth, estaba de guardia en la consulta doce, fuimos rápidamente hacia allí y entramos sin llamar. Me impresionó verla de nuevo, estaba tan guapa como siempre, su pelo moreno caía rizado sobre sus hombros y sus ojos azules estaban tan sorprendidos como los míos. Me reconoció al momento y rápidamente tendió una receta al paciente que estaba con ella y le despidió.

  • ¿Qué haces aquí? Te están buscando por todas partes, nos tienen vigilados, esto es muy peligroso – me dijo mientras se abalanzaba sobre mi y me abrazaba. Mis ojos se llenaron de lagrimas a igual que los suyos.
  • Te hecho tanto de menos – la dije sin pensar.
  • Yo también, pequeñaja, ¿En que puedo ayudaros? - preguntó nerviosa.
  • Necesitamos ver a Raphaela – le dije sin muchas dilaciones.
  • No me sorprende, siempre me dijo que vendrías a verla – se dirigió hacia su escritorio y cogió un papel en blanco – te apunto su dirección, ve cuanto antes y marchate pronto, nos vigilan a todos y cuanto más tiempo estas en un mismo lugar más fácil será localizarte – me tendió el papel y me abrazo besándome con fuerza la cabeza – tener mucho cuidado – la mirada que le dirigió a mi demonio fue de lo más sospechosa – Cuidala – le dijo con una sonrisa pícara. Todo el mundo miraba mal a Keiran o le temían, pero mi hermana, lo miraba con más ternura de lo que me imaginaba. ¿Por qué?
  • Vámonos, siento magia cerca – dijo Keiran mientras me tomaba de la mano y salíamos fuera del hospital.
  • Esta es la casa de Raphaela, al parecer nos espera – le dije cuando llegamos a la puerta de la entrada. Justo antes de entrar, una mujer de unos treinta años nos abrió la puerta impaciente.
  • Ya era hora de que llegarais – nos regañó mientras nos instaba a entrar. Yo no la conocía mucho, solo la había visto cuatro veces en mi vida pero me abrazó a mi y a Keiran que se quedo mucho más sorprendido que yo.
  • No tenemos mucho tiempo antes de que os localicen – nos dijo mientras pasábamos al salón.
  • Dime que sabes que nos pueda ayudar a dejar de dar tumbos – la dije nerviosa.
  • Pues vamos a grano, dentro de dos noches vais a abrir un brecha en el submundo que dejará pasar lo que la caja de Pandora ha estado encerrando siempre, solo una decisión con el corazón os va a mantener vivos. Los humanos encargados de cerrar la brecha tienen que encontraros, no para mataros como ellos creen, os necesitan para que entre los cuatro podáis cerrar el portal. Los demonios han ido plantando malas hierbas en las familias humanas, a ellos les interesa que crean que deben mataros para concluir su misión, pero no es así, tenéis que avisarles, pero eso ya lo sabes ¿no? - me dijo mientras me guiñaba un ojo. sabía que yo había tenido una visión y había visto el momento en el que les avisábamos – está escrito en las estrellas que la brecha se iba a abrir, por lo que contra eso no podéis hacer nada, pero no está escrito nada mas, por lo que no podemos descifrar si el portal sera cerrado alguna vez o no.
  • ¿Qué ocurre si no decidimos con el corazón y morimos? - pregunté.
  • Que la brecha nunca jamas podrá ser cerrada y se producirá el apocalipsis. Keiran puedes ir un momento a la cocina a por un té – le dijo a mi demonio sorprendiéndole más que cuando le abrazo. Este no dijo nada y se dirigió a la cocina sin rechistar – haz un hechizo para que no nos escuche – me susurró. No perdí el tiempo e hice lo que me pidió – Vuestro amor está prohibido, pero está escrito en las estrellas. Si podéis destrozar todos los prejuicios y hacer que florezca hasta lo más grande, si lo hacéis sera mucho más fácil.
  • ¿Qué amor? ¿De que hablas? Nosotros no estamos enamorados, ¿Qué locura estas.. - me mando callar con un dedo y Keiran apareció con dos tazas de té.
  • Tenéis que iros, tengo una casa en las montañas, aquí tenéis la dirección, está completamente aislada y protegida por muchos hechizos, no os encontraran allí, al menos por el momento – le dio el papel a Keiran y sentimos una magia enorme acercarse a toda velocidad – ¡marcharos ya!

Mi demonio no se demoró, tomo mi mano y nos desvanecimos pocos segundos antes de que los cazadores hicieran su entrada en la casa de Raphaela.










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