“La
cama”
Aislyn
No volvimos a
hablar de lo que había ocurrido cuando nos despertamos, las noticias
que habían llegado de mi aldea, me habían dejado preocupada todo el
día, pero tenia que comenzar a pensar con la cabeza, desde pequeña
nos habían enseñado que la muerte no era el final, lo sabíamos
también por los guías que volvían, guías como Keiran que morían
y al cabo del tiempo los poderes te daban otra oportunidad de empezar
de nuevo, no había tristeza en la muerte, pero si sentíamos la
perdida de los nuestros, no eramos de piedra aunque teníamos un
concepto más ambiguo de la misma.
La muerte de
alguien querido es dolorosa, los humanos lo sufren mucho mas, es
normal, ellos no saben lo que hay detrás, pero yo si y yo sabía que
mis padres iban a morir, sabía que ellos no iban a dejar que
invadiesen el Coven sin luchar y pelear hasta la muerte.
¿Cómo iba a ser
el mundo cuando la brecha se abriera?
- ¿Cómo vamos a salir de aquí si todos los que saben donde estamos encerrados mueren? - le pregunté a Keiran mientras el calentaba un estofado de carne para la cena.
- No lo sé, pero tengo una teoría – me dijo mientras me miraba de reojo.
- Pues compártela conmigo – dije mientras me acercaba al puchero con una cuchara y la hundía en el caldo para probarlo.
- Creo que cuando las criaturas sobrenaturales caigan o cuando se habrá la brecha, estos hechizos de luz se desactivaran – sirvió el estofado en dos platos hondos y los llevó al pequeño salón yo me encargue de llevar los cubiertos y las copas con vino que había preparado.
Comimos en
silenció mirando el fuego de la chimenea, debía haber un hechizo
sobre ella ya que no necesitaba más troncos de leña de los que
había y el fuego no precisaba ningún tipo de cuidado, siempre ardía
con la misma fuerza.
- Esta nevando – dijo Keiran, justo cuando terminó su estofado.
- ¿Cómo lo sabes? - pregunté mientras me acercaba detrás de él a la ventana.
- Lo siento, siento los cambios climatólogicos importantes – me dijo mientras descorría la cortina. Estaba anocheciendo y se empezaban a ver los pequeños copos de nieve cayendo sobre los arboles.
- Estamos en noviembre, es normal que nieve, a mi me encanta – le dije sin pensarlo.
- Estamos a veinticuatro de noviembre del dos mil doce, exactamente – dijo mientras perdía su mirada a través de la ventana.
- Vaya, yo ya no sabía ni el día en el que estaba – reconocí un poco abochornada – han pasado ya seis meses desde que nos conocimos, desde que fuiste asignado como mi guía, parece que fue ayer – le dije buscando su mirada.
Nuestros ojos se
encontraron y ya no pudimos resistirlo mas, cogí su rostro con mi
mano y me puse de puntillas para besarle, él no perdió el tiempo y
me devoró mientras ambos nos tocábamos como si fuera la última vez
que íbamos a estar juntos, como si al cabo de pocos minutos nos
fueran a interrumpir de nuevo.
Keiran me cogió
de la cintura y yo enrosque mis piernas alrededor de la suya, cuando
le sentí tan duro, el calor volvió a recorrer mi cuerpo como si
fueran llamas, eso le excitó mucho más y su excitación, acrecentó
más la mía, era un circulo vicioso, un circulo que no quería
romper. Fuimos besándonos hasta el dormitorio, el único lugar de la
casita que yo todavía no había visto, no me fije mucho en los
detalles, pero la cama parecía de lo más cómoda y las mantas y
sabanas que la recubrían se sentían muy cálidas y suaves.
No sé en que
momento sucedió, pero ambos estábamos desnudos sobre la cama
devorándonos a besos y caricias, mis pechos estaban en su boca y sus
ojos no se apartaban de los míos Amaba a ese hombre. No podía
seguir engañándome a mí misma.
Fue
abrasadoramente dulce cuando por fin se introdujo dentro de mi, su
gruñido de placer me estremeció y excitó de tal manera que a las
pocas embestidas llegue al clímax Keiran se detuvo y me miró de la
manera más sexy que nadie jamas lo había hecho, alzó la ceja y me
puso esa media sonrisa que me volvía loca.
- Sigue – le supliqué y él me obedeció al instante.
No pude llevar la
cuenta de todas las veces que había conseguido llegar al clímax,
pero si podía decir bien alto y claro que habían sido los mejores
orgasmos de mi vida, cuando yo ya estaba completamente saciada, noté
como él comenzaba a perder el control, sus embestidas fueron en
aumento y supe que ahora venia su momento de placer. Gimió de forma
tan sexy y agresiva mientras alcanzaba su orgasmo que rápidamente
volví a ponerme caliente.
Le siguieron miles
de caricias y besos y muchos preliminares hasta que al muy poco
tiempo se recuperó y volvimos ha hacernos el amor, una y otra vez
durante toda la noche, noche que fue la mejor de mi vida.
Durante muchas
horas Keiran y yo fuimos un solo ser.
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