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jueves, 9 de octubre de 2014

Ragnarok 54

23/07/2185
El Despertar”
Idris


Una sensación extraña, como un cosquilleo comenzó a recorrer mi cuerpo y una sacudida de dolor hizo que me doblara más de lo que ya estaba, mi mente estaba confusa, pero mi cuerpo era un amasijo de hierros oxidados, incluso creí haber oído a mis músculos crujir ante mis movimientos. Abrí los ojos y no pude ver más que oscuridad, Erik se movió a mi lado nervioso, no le gustaba demasiado estar a oscuras y aunque yo jamas lo reconocería, a mi tampoco. Intenté hablar, pero no pude articular ninguna palabra en concreto, era como si me hubiera quedado muda y lo único que salio de mi boca fueron varios gruñidos carentes de sentido. Erik se aclaró la garganta al mismo tiempo que yo y le noté incorporándose en la cama.
  • ¿Qué ha pasado? ¿A que demonios huele? - la fetidez de un cuarto mal aireado, de polvo y humedad me golpeó por completo, haciendo que mis sentidos se despertarán de golpe.
  • No lo sé - dije al incorporarme en la cama, traté de encontrar el interruptor de la pared pero no estaba en su sitio, inmediatamente busque a tientas mi mesilla y mi lampara, pero tampoco estaban, en su lugar había otro tipo de cable,busque con la mano un interruptor y cuando lo pulsé una bombilla llena de polvo se encendió en medio del zulo, un zulo que no me era del todo desconocido.
  • ¿Dónde demonios estamos? - Erik saltó de la cama al mismo tiempo que yo, pero mucho más alarmado.
  • Creo que estamos en los sótanos de la mansión – reparé en mi cama y en lo que nos rodeaba, estaba todo fuera de lugar¿Qué estábamos haciendo allí?fui directamente a la puerta que se encontraba justo en frente de nosotros, pero no se abría, parecía estar cerrada con llave.
  • Esto es una broma de mal gusto, hoy es tu día de inspección, lo comprendo, pero que demonios hago yo aquí, ¡me oís! ¡Sacarme de aquí! - la claustrofobia de Erik no nos iba a ayudar en ese momento.
  • Aquí hay armas – le dije mientras reparaba en una mesa enorme cerca de la cama. Me acerque corriendo a ella y pude ver muchas armas conocidas y otras mucho más sofisticadas, había junto a ellas muchas latas de conservas ¿cuanto tiempo pensaban que duraría la inspección? había también dos libros con aspecto muy antiguo. Abrí el primero y vi las fotografiás, mis padres, mis primos, mis hermanos y luego un montón de gente desconocida.
  • ¿Qué es eso? - preguntó Erik acercándose por detrás de mi.
  • Parece un álbum de fotografiás – cogí el otro libro y descubrí algo escalofriante, era una foto mía y de Erik, los dos en la cama, parecería que estábamos durmiendo si no fuera por los ojos abiertos de mi amigo y la falta de vida en ellos. Di la vuelta a la fotografiá y leí atentamente la letra inconfundible de Roy – “Este es el aspecto que teníais hace unos momentos, si estáis viendo esto es que habéis despertado, lee este pequeño diario”
  • ¿De que va esto? - dijo mientras me quitaba la foto y la miraba atentamente. Mientras yo comencé a leer la primera hoja del diario. Cuando terminé las piernas me flojearon y caí de rodillas contra en suelo.
  • ¡Idris! ¿Qué ocurre? ¿estás bien? - no respondí, estaba completamente perturbada, ¿cuanto tiempo había pasado? ¿era esto alguna especie de prueba de mi abuela?¿era esto la inspección?
  • Esto es imposible – gritó Erik más como una pregunta que como una afirmación, levanté la cabeza para mirarle mientras terminaba de leer la misma pagina que segundos antes había leído yo.
  • ¿Cual es la fecha de la última anotación? - pregunté sin molestarme en levantarme del suelo, seguramente me volvería a caer con su respuesta.
  • ¡La ostia puta! La última anotación es de 11/09/2082, esto no puede ser real – dijo pasando el resto de hojas que al parecer estaban en blanco.
  • Hay que pensar de forma lógica y practica – le dije fingiendo una estabilidad emocional que no tenia. Me levanté y fui a sentarme junto a él en la cama – vamos a leer todo este diario y a comprender que está pasando, tenemos que intentar que no nos entre un ataque de pánico y te aseguro que yo estoy tan al borde como tú de que me de un sock.

Ambos comenzamos a leer el diario, cada vez íbamos teniendo menos dudas de que fuera alguna broma o alguna prueba del consejo, pero a medida que nos íbamos convenciendo de lo que había pasado, comenzábamos también a tener miedo y ha sentir las perdidas, mi madre, mi padre, mis hermanos y sobrinos toda la gente que amaba ya no estaba, habían muerto y la madre y la novia de Erik también.
La expresión de mi amigo se iba tornando cada vez más sombría, tenia la cara prácticamente desencajada y fue como verme a mí en un espejo, seguramente yo tenia la misma expresión que él, sus ojos negros y su precioso pelo moreno enmarcaban su rostro con un dolor que jamas había visto en él antes y fue así como me di cuenta. Yo era la causante de ese dolor, la que le dijo que se quedara cuando todo comenzó, por mi culpa estaba tan metido en esto como yo. Me eche a llorar.

  • Tranquila, todo va a salir bien, estamos juntos, eso es lo importante – cuanto más me intentaba consolar más lloraba, yo era la culpable de su desgracia y él en vez de matarme con las miles de armas que había en el zulo, solo me abrazaba y me mecía en sus brazos.
  • Todo esto es culpa mía – le dije entre sollozos. Me preparé para que me lo recriminara y se diera cuenta de que le había metido en esta locura, pero no me regañó.
  • Tu no sabias que esto iba a pasar, ¿quien demonios creía siquiera que esto era posible? Idris, te conozco desde que teníamos dieciséis años, y sé lo que se te está pasando por la cabeza a cada minuto, no voy a culparte por esto, quizás tengamos que empezar a creer en todos esos libros que estudiaba tu abuela y pensar también en que las coincidencias nunca existen, ¿no decía eso siempre tu primo? - tenia razón, mi tía y él siempre soltaban esa frasecita cada vez que tenían ocasión.
  • Pero...ip... yo...ip – el hipo y los sollozos no me dejaban hablar.
  • Relajate, creo que lo mejor que nos ha podido pasar ya que nos hemos visto metidos en esto, es que al menos estamos juntos – dijo mientras besaba mi frente y hacia que mis sollozos comenzaran a remitir.
  • Sigue leyendo – le insté cuando por fin conseguí controlarme.

Cuando Erik terminó de leer, no hablamos, ambos estábamos conmocionados, nox, demonios, extinción.. eran muchas cosas que asimilar, él se quedo sentado sobre la cama y yo fui a abrir unas latas de judías, las serví en unos platos y comimos en silencio. Cuando ambos terminamos yo rompí el hielo con dos preguntas.
  • ¿Qué hacemos ahora? ¿Buscamos al niñato mal criado de los Freys? - antes de que Erik contestará un chirrido procedente de la pared nos dejo a los dos paralizados. Me moví a una velocidad sobrehumana e instintivamente posicione a Erik detrás de mi, justo al lado contrario de donde provenían los ruidos. No me dio tiempo a impresionarme con mi fuerza y mi velocidad. Alguien abrió el pasadizo secreto que conducía al bosque, alguien nos había encontrado.
  • Creo que no va a ser necesario que me busquéis, ya os he encontrado yo – dijo Chistian Freys mientras salia de la pared. Estaba más mayor de lo que recordaba, supuestamente se congeló con 26 años por lo que ahora era cinco años mayor que yo, aunque si nos basábamos en la fecha de nacimiento, solo era un año mayor. Una pesadilla, me esperaba una pesadilla si tenia que colaborar con él.
  • ¡Vaya!, veo que tienes compañía, coletas – dijo utilizando su tono siempre tan desdeñoso, odiaba que me llamara coletas, toda mi infancia había sufrido las humillaciones y las bromas pesadas de ese idiota, pero ya no, ya no estábamos en el colegio.
  • Vete a la mierda, largate de aquí, nadie te ha invitado – le dije mientras me acercaba a él y le señalaba la puerta para que se marchara por donde había venido.
  • Me temo que eso no es posible, tengo ordenes de mantenerme a tú lado, ¿no es genial? - dijo mientras me penetraba con sus ojos grises, siempre había sido un chico guapo y todas las chicas de la escuela se peleaban por obtener su atención, por primera vez me daba cuenta del por qué. Su pelo rubio caía despeinado sobre su cara de ángel caído, y sus ojos hipnotizaban mientras su media sonrisa te desarmaba por completo, pero yo no era como ellas, yo le odiaba con todas mis fuerzas y él a mi también, ya no solo por la rivalidad de nuestras familias, era un odio mutuo forjado por nosotros mismos.
  • Yo no tengo ordenes de permanecer junto a ti y aunque las tuviera tampoco las seguiría, te lo digo por última vez, largate – no se movió, siguió mirándonos y observando el zulo con mucha atención.
  • Esta bien, creo que es momento de enterrar el hacha de guerra, deberíamos permanecer unidos al menos por el momento – Erik siempre muy practico.
  • No, tú y yo estaremos juntos, pero este tipo no va a permanecer más tiempo con nosotros – le dije a mi mejor amigo.
  • Hazle caso Idris, sabes que juntos somos más poderosos – una bombilla se encendió en mi cabeza, él sabía mucho más que nosotros, sus antepasados mataron a muchos de los míos y nos robaron muchos libros por lo que seguramente tenia mucha información importante. Tenia un plan. Se la sacaría poco a poco y cuando ya no necesitara mas, me largaría. - ¿Tu quien eres? - preguntó Christian.
  • Erik, mucho gusto en conocerte – respondió mi amigo con el mismo tono de autosuficiencia que había utilizado él.
  • ¿Te trajiste a tu novio? - el recuerdo de como arrastre a mi mejor amigo a esta locura volvió a humedecerme los ojos, pero jamas dejaría ver a mi peor enemigo mi debilidad, por lo que, me trague las lagrimas y lo fulmine con la mirada.
  • Parece que fue un accidente, estábamos en la cama cuando sucedió y me fosilicé junto a ella – respondió Erik, sin molestarse en dar explicaciones de nuestra relación, eso siempre nos había traído problemas y bufidos de la gente. Nadie entendía que un hombre y una mujer pudieran ser solo amigos, por lo que después de varios años intentando sacar a la gente de su error, sin obtener nada, dejamos de intentar convencerlos.
  • ¿En que año estamos? - le pregunté cambiando radicalmente el tema.
  • Según el reloj que dejaron en mi escondite cuando se marcho todo el mundo, son ahora las doce de la mañana del día veintitrés de julio del dos mil ciento ochenta y cinco – casi me vuelvo a caer de rodillas al suelo, haciendo el calculo mental ahora mismo yo tendría ciento noventa y cuatro años.
  • Joder – silbó Erik.
  • Creo que deberíamos movernos – dijo Christian con aire contrariado – o ¿pensáis pasar aquí el resto de vuestra vida?
  • No me muevo hasta que no me cuentes lo que sabes, nosotros estamos en blanco, tu familia nos robo todo, no sabemos nada de lo que tenemos que hacer ahora y no pienso moverme hasta que no me cuentes todo.
  • Me lo imaginaba – dijo mientras cerraba la puerta oculta en la pared por la que había entrado y se acercaba a nosotros – poneros cómodos, esto me llevará un poco de tiempo – dicho eso, se recostó sobre mi cama. Erik y yo nos quedamos de pie mirándole.
  • Empieza a hablar – le dije con mi paciencia rozando sus limites.
  • Se supone que estamos aquí para evitar el fin de mundo, para evitar que la raza humana se extinga y espero que no seamos una especie de Adán y Eva – dijo mientras soltaba una carcajada.
  • Al grano o te marchas – le dijo Erik que empezaba a perder la paciencia.
  • Al parecer una especie de portal se abrió dejando comunicado nuestro mundo y el submundo, o el infierno, como queráis llamarlo, las plagas, las enfermedades y un grupo especifico que demonios salieron por el portal y comenzaron a crear el caos. Según los libros cuando el ultimo humano muera, el portal se agrandará y saldrán todas las criaturas que habitan tras él. Una putada – especificó – se supone que tú y yo tenemos la misión de cerrar ese portal antes de que se abra demasiado.
  • ¿Eso es todo lo que sabes? - le pregunté con la esperanzada de que nos dijera mas.
  • No, se mucho mas, pero no voy a decírtelo ahora, no soy ningún estúpido y sé que cuando sepas todo, te vas a querer marchar por tu cuenta, por lo que, me guardo alguna cosa debajo de la manga – hijo de puta, tenia razón, lo único que quería era me lo contara todo y así poder librarme de él.
  • ¿Qué hay de los poderes sobrehumanos? ¿Solo son fuerza y velocidad? - preguntó Erik dejándonos un poco estupefactos.
  • ¿Cómo lo sabes? - Christian se incorporó de la cama y en menos de dos segundo estaba sobre sus pies, justo a mi lado.
  • Pues porque os movéis así de deprisa sin ni siquiera daros cuenta – tenia razón, yo lo había hecho cuando Christian había entrado en el zulo.
  • Espero que no, estas habilidades no me sirven de mucho, prefiero disparar rayos con los ojos o bolas de energía con las manos – les dije mientras tomaba nota mental de intentar alguna de esas cosas.
  • No lo sé, yo solo he notado esas dos, imagino que habrá alguna más– respondió Chistian – creo que es hora de que salgamos a fuera y exploremos un poco el terreno. El diario que me ha dejado mi familia tiene como fecha de la última anotación el dos mil noventa y me temo que estará muy anticuado.
  • ¿Qué sabes de los nox? - pregunté sin pensarlo.
  • ¿De los qué? - su respuesta hizo que me sintiera orgullosa, no le habían informado tanto como creía, y bueno, era una oportunidad para que yo me luciera un poco y dejara de ser la elegida que no tenia ni idea.
  • Son los demonios que han pasado a este lado, son los únicos o al menos eran los únicos que han podido cruzar el portal, según la última anotación de mi familia me explican que son una especie de vampiros – no iba a dar más detalles, yo también quería guardarme cosas para mi.
  • Coger provisiones, vestiros y salgamos de aquí – ordenó Chistian algo enfadado por ignorar algo que yo sabia.
Cogimos dos mochilas marrones de piel y las llenamos con todo tipo de provisiones, di a Chistian algunas latas de conservas para que las guardará también en su macuto. Me di cuenta en ese momento de la ropa extraña que llevaba puesta, unos pantalones caquis y una camiseta negra básica de manga corta con algunas rayas muy finitas en un negro más oscuro, la tela no se parecía a nada de lo que hubiese visto antes, era como el neopreno y el algodón mezclados, llevaba un cinturón con un gran machete y dos pistolas automáticas.
Mi ropa no era muy diferente a la suya, a excepción de que mi camiseta verde de “algopreno” ,como bauticé a esa tela, tenia más escote de lo que me gustaba, también había una negra para Erik y dos pantalones con muchos bolsillos y con pinta de ser realmente cómodos.
  • Date la vuelta – le dije a Chistian, que inmediatamente obedeció.

Me quite mis vaqueros y mi sudadera del gato con botas y me enfundé la suave y cómoda ropa del futuro. Me abroche un cinturón y cargue en el un cuchillo, una magnum y una Glok de nueve milímetros. Guarde en la mochila una especie de pistola que no sabía como utilizar y armé a Erik con un fusil de asalto y dos semiautomáticas en el cinturón. Los dos libros de mi familia los metí en su mochila. Él estaba más cómodo con esa situación, estuvo seis años en una escuela militar, sabía como utilizar las armas mucho mejor que yo, por eso puse en su mochila varias granadas de mano, algo actualizadas, pero con el mismo mecanismo de siempre y yo me quede con unos estiletes finitos que iban anudados con unas cintas en mis tobillos.

  • Estas zapatillas son geniales – dijo Erik sobresaltándome.
  • Si, parece que vas flotando en el aire – respondió Chistian mientras yo me abrochaba las deportivas, ambos tenían razón, eran muy ergonómicas. Le di a Erik una de las pulseras con el trébol y yo me puse la otra.
  • Creo que ya estamos listos, por cierto, ¿Cómo nos has encontrado? - le pregunté mientras abríamos la puerta y pasábamos a oscuras por un pasillo muy estrecho.
  • Vosotros no erais los únicos que teníais espiás, mi sobrino se infiltro en tu casa y supieron lo del zulo y el túnel y me lo escribieron para que pudiera encontrarte – genial, se lo podían haber ahorrado.
  • ¿Cuándo despertaste tú? - Preguntó mi amigo. Me dio rabia que a Erik le empezará a caer bien ese imbécil, pero parecía que estaban congeniando demasiado.
  • Creo que dos o tres horas antes que vosotros.

Cuando salimos a la superficie no parecía haber cambiado nada importante, todos los arboles eran más altos que cuando era niña y jugaba por los alrededores, pero el aire, el cielo, la tierra, todo parecía estar en calma.
Nos quedamos parados respirando profundamente el aire limpio y puro que nos rodeaba. A la luz del sol, las diferencias entre los dos hombres que estaban conmigo, se acentuaron mucho mas, Erik tan moreno y con esos ojos negros tan intensos parecía un ángel oscuro y Chistian parecía el mismísimo demonio, su pelo rubio despeinado pero pulcro y con esos ojos grises tan intimidantes, ambos hacían que la estampa de los tres juntos fuera casi grotesca.
Yo parecía una niña al lado de esos dos, ambos eran más altos que yo y más fuertes, mi pelo castaño casi negro rizado y mis ojos violetas desentonaban completamente con ellos.

  • ¿A donde nos dirigimos? - pregunté.
  • Tenemos que encontrar gente, es posible que nos ayuden. Necesitamos saber por donde empezar a buscar la grieta – respondió Chistian mientras comenzaba a caminar delante de nosotros.

Pasamos largo tiempo en silencio y caminando hacia el norte, la espesura del bosque comenzaba a ser agobiante y el sol se estaba comenzando a poner por el horizonte, en dos horas estaríamos a oscuras. Empezaba a estar sedienta cuando encontramos un pequeño arroyo donde llenamos nuestras cantimploras y bebimos agua hasta hartarnos.

  • ¿Vamos a acampar aquí? - pregunté sentándome en el suelo. Estaba destrozada, no había andando tanto en toda mi vida.
  • Es mejor que sigamos andando hasta que encontremos un lugar en que quedemos menos expuestos – contestó Erik mientras me sujetaba del brazo y me levantaba.
  • Eres un aguafiestas – recriminé.
  • Y tú una quejica, como siempre – dijo riéndose.
  • Tienes razón, siempre ha sido una quejica – soltó Chistian mientras nos observaba atentamente, yo le fulminé con la mirada.
  • Y tú siempre has sido un gilipollas – le insulté mientras me sacudía el culo para quitar la tierra que se había quedado en mi pantalón al sentarme.
  • Sigamos – dijo sin borrar esa estúpida sonrisa de su cara.

No me había equivocado mucho cuando había dado dos horas de margen al anochecer, al poco de alejarnos del arroyo la oscuridad de la noche nos engullo por completo, pero no solo eso, también una brusca bajada de la temperatura. Cuando salimos del zulo la temperatura rondaba aproximadamente veinticuatro grados y ahora estábamos a once y seguía bajando. No era normal. Nuestras camisetas comenzaron a hacer algo extraordinario, las finas rayitas que había en la tela comenzaron a brillar en un tono cobrizo e inmediatamente noté como calentaban mi cuerpo, mi pantalón y mis calcetines comenzaron hacer lo mismo.

  • Esto es una pasada – dijo Erik con entusiasmo.
  • Joder, vaya buen invento – le respondió Chistian mientras reían.
  • Si, estupendo, pero estamos en manga corta, por lo que sugiero que saquemos unas mantas para arroparnos y poder dormir un poco, yo estoy destrozada – Erik sacó de mi mochila una manta que hacia lo mismo que la ropa al contacto con la piel. La luz que desprendían los filamentos no era demasiado llamativa y realmente no era luz, simplemente parecía que los filamentos habían cambiado de un color a otro.
  • Hago la primera guardia– dijo Chistian sentándose con la espalda pegada a un árbol. Nosotros nos tumbamos a su lado y antes de que quisiera decir nada, quede absorbida por un placentero y restaurador sueño.
  • Chicos os toca hacer la guardia – dijo Chistian.
  • La hago yo, ella puede seguir durmiendo – escuche decir a Erik mientras salia de nuestro saco de dormir hecho con mucho esmero con la manta térmica. El sueño seguía reclamando mi atención y no conseguía seguir el hilo de su conversación.
  • Metete dentro tío, han bajado mucho las temperaturas y tú sigues en manga corta – ¿meterse dentro de que?
  • ¿No te importa?
  • No, ¿por qué? Tranquilo, duerme con ella, así la mantienes caliente – Erik me estaba vendiendo.
  • No – dije con la voz ronca – él no se mete aquí – dije mientras le señalaba con un dedo para que no hubiera duda de que me refería a Chistian.
  • Idris, el chico está tiritando y solo hay dos mantas, una para el que está de guardia y otra para los otros dos – me hizo entrar en razón Erik.
  • Tienes razón – dije mientras me estiraba – hago la guardia contigo – Chistian soltó una carcajada y Erik la secundó.
  • No se de que os reís – dije mientras salia de la manta y me iba a reunir con mi amigo junto al árbol. El tercero en discordia se metió en nuestro saco de dormir improvisado y yo me acurruque bajo la otra manta junto a Erik.
  • ¿Qué problema tienes con él? - me preguntó pasados unos minutos. Yo miré el bulto que estaba a nuestro lado y después de cerciorarme de que dormía profundamente, le contesté.
  • Me hizo la vida imposible en la guardería, el colegio y el instituto, siempre con bromas de mal gusto, tirones de coletas y lo peor de todo, destrozó mi autoestima en el baile de décimo curso del colegio. El vestido que me compro mi madre no era muy bonito, pero había muchos peores y él se tuvo que fijar en el mio y lo dijo delante de todo el mundo, como siempre ha sido el adonis de todos los sitios que ha pisado pues, ya sabes, todo el mundo comenzó a reírse de mi, y el final de la historia ya le sabes, allí nos conocimos – que recuerdos tan amargos, pero gracias a eso, corrí fuera del colegio y me encontré en un parque con Erik.
  • ¿Este fue el pintamonas que te hizo llorar tanto aquel día? - preguntó Erik mientras me abrazaba con más fuerza.
  • Si, pero le tengo que agradecer todo eso, si no, jamas nos hubiéramos conocido – Recuerdo a Erik ese día tan claramente como si le estuviera viviendo en ese mismo momento, Estaba con unos amigos en el parque bebiendo y cuando me vio se acercó para hablar conmigo.
  • ¿Qué te pasa chiquilla?. Fueron las primeras palabras que te dije - Fue como si me estuviera leyendo la memoria – que buen revolcón el de aquella noche – dijo mientras se reía. Nos pasamos parte de la noche rodando por el césped del parque haciendo carreras a ver quien llegaba antes al final de la colina, prácticamente destrocé mi vestido.
  • Yo también estaba pensando en ese día – le confesé – han pasado tantas cosas desde entonces...
  • Si – dijo mientras miraba al cielo con añoranza.
  • Echas de menos a Adel, ¿verdad? - pregunté sintiéndome más culpable aun de lo que me sentía. Por primera vez había encontrado a una mujer que amaba y yo lo había estropeado todo.
  • Si, pero relajate, no es culpa tuya – sus palabras no me reconfortaban, me hacían sentirme mucho peor.
  • Lo siento.
  • Diría eso de que hay muchos peces en el agua, y que encontrare a otra chica mejor, pero me temo que con todo esto de la extinción no habrá tantas mujeres como antes – su carcajada fue demasiado sonora y le tape la boca con la mano, mientras le sonreía en silencio – quizás tú por fin encuentres al chico de tus sueños en este nuevo mundo.
  • No lo creo, como tú muy bien has dicho, no hay muchos peces en el agua.



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