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viernes, 17 de octubre de 2014

Ragnarok 58

  El rehén”

Idris

Al parecer nos habíamos ganado la confianza del pueblo con nuestro acto que calificaron como valiente y atrevido, Christian y Erik calificaron el mio de suicidio y de tendencia extrema a cagarla en cualquier situación, por desgracia tenia que darles la razón, había sido una temeridad por mi parte lo que había hecho y tuve que prometerlos que no lo volvería a hacer nunca mas.
Elias les contó mientras yo dormía la mona, que buscaban a uno de los suyos que el pueblo tenia retenido en una cueva, querían estudiarlo y tener una moneda de cambió por si alguna vez lo necesitaban, al parecer era un nox poderoso y valioso, por eso el resto lo andaban buscando.
  • Tenemos que marcharnos de aquí cuanto antes – dijo Chistian cuando por fin estuvimos solos en nuestra habitación.
  • ¿Por qué? - pregunté inocentemente. Me gustaba ese sitio.
  • Pues porque tenemos que encontrar a la jodida pareja esa de demonios y porque esto es una trampa mortal. Seguramente seguirán viniendo demonios a recuperar a su amigo y yo no quiero estar aquí para que me encuentren – por desgracia mi némesis tenia razón en eso.
  • Yo me quedo – dijo para mi asombro Erik.
  • ¿Qué dices? No podemos quedarnos – le insistí.
  • Lo sé, tú y Chistian tenéis una misión que cumplir, yo he encontrado la mía aquí – no me lo podía creer, no quería creérmelo.
  • Si tú te quedas yo también – le amenacé
  • No, Idris, tú te marchas con él y me dejáis aquí para ayudar a esta gente a protegerse, soy bueno en esto, tengo entrenamiento militar y seria de gran ayuda para ellos – explicó mientras mis ojos se llenaban de lagrimas.
  • No, no... no puedes hacerme esto – le recriminé. Fue un error por mi parte.
  • Tu eres la que me ha hecho esto, deberías al menos dejarme elegir por una vez – eso dolió mucho, sus palabras se clavaron como puñales y me dejaron sin palabras, sin escusas. Me dejaron vacía.
  • Si eso es lo que quieres... - le dijo Chistian mientras nos miraba con sorpresa.
  • Eso es lo que quiero, voy a hablar con Elias, ahora vuelvo – sin más mi mejor amigo se levantó y se marcho de la habitación dejándome allí aturdida.
  • ¿Estas bien, coletas? - preguntó Chistian mientras se acercaba tímidamente a mí, que parecía haberme quedado de piedra.
  • Deja de llamarme coletas, deja de fingir que eres amigo mío, olvidate de mi, yo seguiré mi camino y tú el tuyo, no tenemos en nada en común y no pienso ir contigo a ningún sitio – espeté mientras las lagrimas comenzaban a aflorar en mis ojos.
  • Lo siento coletas, pero voy a ir donde quiera que tú vayas, tengo una misión y aunque me joda tener que compartir mi tiempo contigo en busca de la grieta, y esa pareja, voy a tener que joderme igual que tú y a tragar con lo que nos ha tocado.

La puerta se abrió con estrépito y Erik entró como una exhalación.

  • ¿Qué pasa? - pregunté
  • Los nox han mandado una carta solicitando por las buenas que entreguemos a nuestro rehén – ya hablaba como si formara parte de ese pueblo, era doloroso pensar en nuestra separación – dicen que es un traidor y que hay que ajusticiarlo, nos premiarían con dos años de carencia de ataques hacia el pueblo. Van a negociar.
  • ¿Un traidor? - pregunté sorprendida – ¿eso no lo hace un aliado nuestro?
  • Pues... - los dos hombres se quedaron sin palabras, no había caído en eso, la soñadora y confiada Idris, les había dado en que pensar.
  • ¡Quiero hablar con él! - exigí – quizás él sepa donde dirigirnos para encontrar la grieta, cerrarla y terminar con todo esto, o quizás sepa donde encontrar la pareja de demonios que tenemos que localizar para matarlos.
  • No hay que matar a esa pareja de demonios, hay que ayudarla a cerrar el portal, mi familia lleva años intentando meteros eso en la cabeza, pero sois unos necios – le corté levantándole el dedo corazón, algo que no había hecho desde la guardería. Erik y Christian se quedaron sorprendidos.
  • Olvídate, yo tengo mis ideas y tu no me las vas a quitar. Volviendo al tema que teníamos entre manos, antes de que lo entreguéis, quiero hablar con el nox. Preguntales donde está – le dije a Erik.
Mi amigo se fue al salón principal y esta vez nosotros le seguimos de cerca, por los comentarios de bienvenido al grupo y todas esas chorradas me enteré de que habían aceptado a Erik y que ya no había marcha atrás, me iba a quedar sola con el imbécil de Chistian. Erik habló con Elias y tras unos tiaras y aflojas, cedió. Nos dejaban ir a hablar con el nox.
  • Voy yo – dijo Chistian.
  • Y una mierda – contesté yo – la idea ha sido mía y soy yo quien va a hablar con él.
  • Esta bien, tu misma coletas – dios como le odiaba.

Nos bajaron por uno de los pasillos que estaba completamente a oscuras hacia una especie de mazmorra, allí había una enorme puerta de hierro, supuse que el nox estaba al otro lado. Erik y Christian me seguían muy de cerca.
  • ¿Tengo que hablar a través de este muro? - dije señalando la puerta.
  • Puedes entrar dentro con él, está encadenado y solo le hemos alimentado con sangre animal por lo que está muy débil – explicó Elias.
  • Pues ábrela – dije despreocupada, dios iban a tener razón, era demasiado confiada.
  • No – gritaron mis, ahora, dos granos en el culo.
  • Ni caso – le dije al líder mientras abría la puerta con una llave enorme – paso yo sola – les aclaré cuando se disponían a seguirme.
  • Estas loca, no voy a dejarte ir sola – gritó Erik intentando apartar a Chistian para pasar.
  • Ya me has dejado sola ¿recuerdas? - le dije para que recordara en que bando estaba ahora. Sin más dilaciones entre dentro con el demonio.
  • Aquí no hay luz – dijo una voz que me resulto altamente atractiva.
  • Espera – dije abriendo la palma de mi mano y para mi sorpresa y la del demonio una pequeña burbuja de luz surgió de ella. Intente poner cara interesante para que no pensara que era la primera vez que hacia eso. No debí engañarle mucho, pero no dijo nada.
  • ¿Qué quieres? - preguntó el nox, ahora bajo la tenue luz de mi burbuja luminosa, pude ver al demonio, estaba encadenado de manos y pies al muro de piedra.
  • ¿Por qué dicen tus amigos que eres un traidor? - fui directamente al grano y le pillé por sorpresa, levantó el rostro y pude ver que aparentaba solo unos pocos más años que yo o Erik, su pelo era negro muy corto y tenia una más que considerable barba que le hacia parecer mucho mayor. Según mis libros sobre vampiros y demonios ellos no solían tener barba... me dejé llevar de nuevo por mi imaginación y no reparé en que el demonio se había levantado.
  • ¿Me vais a entregar? - preguntó mientras me sonreía de manera extraña.
  • No lo sé, pero dime, ¿por qué te consideran un traidor? - insistí.
  • No quiero que el portal al inframundo se abra más y dejar escapar a los horribles demonios que viven dentro – me dijo con un tono condescendiente que me irritó un poco.
  • Tu eres uno de esos demonios horribles – maticé haciendo que soltara una macabra carcajada. sabía que mis amigos estaban escuchando todo, Elias había dejado la puerta entreabierta por si tenían que entrar a rescatarme.
  • Un buen punto, preciosa – no dijo nada mas.
  • No tengo mucho tiempo, si te ofreciera la libertad a cambio de que me dijeras donde se encuentra la grieta, ¿aceptarías? - pregunté sin mas. Eso era típico de mi, poner toda la carne en el asador.
  • Si, me interesa ese trato, pero no sabría decirte donde está la grieta, tendría que conducirte hasta ella, ¿Estaría una niña como tu, dispuesta a viajar por la tierra con un demonio como yo?
  • Si, por qué no, puedo defenderme de ti – le dije con arrogancia.
  • Tranquila, se quien eres y no hay nada que más me apetezca que llevarte al portal para que lo cierres – ¿sabía quien era?
  • ¿Quien crees que soy? - pregunté muy intrigada.
  • Visitantes del pasado, con poderes nunca vistos llegaran a la tierra con la misión de parar la extinción. Una mujer hermosa y un hombre fiero, dos almas distintas que con su unión y la de otros dos grandes poderes serán capaces de para el apocalipsis o acelerarlo – recitó su párrafo como si de una Profecía o hechizo se tratase.
  • Pues si, soy esa mujer – dije otra vez confiando demasiada información a un potencial enemigo. Iba a tener que controlar mi bocaza.
  • Te ayudaré, me comprometo a ayudaros, pero tenéis que sacarme de aquí – me dijo volviendo a acercarse a mi, esta vez las cadenas detuvieron su avance.
  • ¿Cómo puedo confiar en tu palabra? - pregunté siendo sensata por primera vez en mi vida.
  • No puedes, solo tienes que confiar, y eso es algo que los humano ya no sabéis hacer, aunque tú vienes de tiempos pasados, por lo que... tú decides.
  • Esta bien, voy a hablar con ellos – dije saliendo de la cárcel donde estaba encerrado.
  • Ni hablar, no te puedes fiar de él – me dijo Chistian nada más cerramos la puerta detrás de mi.
  • Es una buena baza, podemos encontrar más fácilmente la grieta de esa manera – les dije cabreada.
  • Es nuestra moneda de cambio, necesitamos entregarlo para cerrar el trato con ellos y que no nos ataquen – dijo Elias mientras Erik le secundaba con un asentimiento de cabeza.
  • ¿Y por que ellos confían en que los nox cumplirán su palabra de no atacar cuando les entreguéis a este? - mi preguntá dejo a todos con una expresión que me hubiera encantado fotografiar. Ninguno había caído en eso. Un punto para mi.
  • Aún así, no podemos confiar en él – dijo Erik.
  • Dejame pasar otra vez – dije mientras volvía a entrar sin esperar aprobación de nadie.
  • Te van a entregar a los nox, no puedo hacer nada para impedirlo, pero si consigues escapar de ellos puedes unirte a nosotros, salimos esta noche hacia el norte. Lo siento, no puedo ofrecerte nada más– me disculpé. Antes de salir él me dijo algo que me impresiono por la sinceridad con la que habló.
  • Gracias, de verdad que quiero ayudaros, mis motivos no son los mismos que los tuyos, pero el fin es el mismo – no me giré a mirarle, simplemente salí por la puerta y encaré malhumorada a los tres hombres.
  • Estas loca... - susurró Elias, pero sabía que los otros dos, aunque no lo dijeran pensaban exactamente como él.




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