“La cabaña”
Idris
¿Qué demonios había dicho?¿Qué le
importaba yo?¿realmente pensaba que era tan estúpida de creerme
eso?
Que vergüenza... la cara de idiota que
se me había debido poner cuando el maldito nox había desenmascarado
mi secreto. ¿Por qué era tan malo ser virgen a mi edad? No era una
cría, pero tampoco un mujer tan mayor como para que resultase tan
raro, bueno, yo no había encontrado a mi príncipe azul y no era de
las que se acostaba con cualquiera que se cruzase en mi camino, la
verdad es que hasta ahora no me había sentido mal por ser virgen.
Nunca había tenido la necesidad de cambiar ese estado. No sabía si
estaba intentando convencerme a mí misma o a los demás, pero lo que
si tenia claro era que ahora mis dos compañeros de andanzas lo
sabían y que el diabólico Chistian iba a estar bromeando con ello a
todas horas, ademas, me esperaba un suplicio por parte de Xander a
quien había excitado de manera poco ortodoxa la idea de acostarse
conmigo. No hizo falta que lo dijera, lo pude ver en sus ojos, un
deseo que incluso encendió llamas en mi cuerpo. ¿Estaba loca?¡era
un demonio!, mi yo racional me chillaba eso hasta quedarse afónico,
pero mi infantil imaginación me arropaba con imágenes como la saga
crepúsculo de Meyer o toda la saga Carpantos o incluso los libros
tan eróticos y sensuales de Sookie. Era una locura, pero para
alguien como yo que siempre había creído en los cuentos de hadas,
era como estar en un sueño. ¿Me atraía Xander? Me pregunté a mí
misma, la verdad era que no me gustaba demasiado, no me daba miedo,
algo que, siendo una maquina de matar, podía ser considerado como un
suicidio sentimental, si hubiera psicólogos tendría que mirarme eso
urgentemente. Mi falta de miedo a lo siniestro y macabro y mis
insensatas decisiones y acciones iban a traerme muchos problemas,
estaba segura de eso.
Seguimos andando por un pequeño camino
que cada vez se iba estrechando mas, la densidad del bosque comenzaba
a excederse más de lo normal y comencé a oler algo extraño, era un
aroma dulzón, casi empalagoso, inmediatamente me puse alerta, pero
no por mí misma, mi chip de poderes se activó de inmediato y al ver
la espalda tensa de mi némesis comprendí que no era la única que
estaba a la defensiva.
- Son escudos mágicos, son salvaguardas, unas muy poderosas – explicó Xander al ver que nos deteníamos - Aquí vive una pareja de lo más extraña y antipática, pero creo que son a quienes estáis buscando.
- ¿Aquí? En el campo – pregunté sorprendida.
- Observar bien a vuestro al rededor – contestó él mientras nos miraba a los dos - ¿Qué veis?
- Pues un montonazo de arboles viejos y doblados y mucha vegetación – dijo Chistian deteniéndose en seco – un momento, hay como una pequeña película invisible... hay como...
- ¡Una cabaña! - grité por detrás cuando mis ojos atravesaron ese manto de ilusión que había creado la salvaguarda – es preciosa, dije acercándome al muro invisible que nos separaba. La cabaña era pequeña y tenia un árbol doblado encima como si la estuviera arropando, las ramas caían alrededor de la casita haciéndola difícil de ver incluso sin la salvaguardas.
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