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domingo, 9 de noviembre de 2014

Ragnarok 79

  La expedición”

Idris


Nos disponíamos a salir cuando Xander se decidió por fin a aparecer, era extraño, intrigante y peligroso, pero era el único que nos podía indicar donde estaba la grieta y por el momento teníamos que confiar en él.
Los gatos, Railyn y Mihail, que así me los presentó Aislyn cuando regresé del pasado se habían marchado. Al parecer la gata era la madre de la chica, no me contó demasiados detalles. Al ver que parecía angustiarle la historia de como los dos se transformaron en gatos, evité que siguiera dándonos explicaciones.
Keiran estaba cogiendo provisiones en la cocina y su mujer se estaba peleando con unos pantalones negros que por mucho que lo intentara con su enorme barriga no iban a entrarle.
Chistian estaba sentado en el sofá del salón mirando atentamente su trozo de orbe, todavía no nos habíamos decidido ha juntar las dos mitades, el miedo a lo desconocido nos perturbaba a ambos. ¿Qué iba a pasar? ¿Seriamos inmortales así sin más o tendríamos que pagar un precio por ello? Todo era un galimatias sin sentido.

  • ¿Estáis listos? - nos preguntó el nox impaciente.
  • Si, ya estamos – dijo Keiran cargándose una enorme mochila al hombro y dándonos a Chistian y a mi la nuestras con comida y mantas térmicas. Aislyn se había rendido en su propósito de entrar en los pantalones y se había decidido a ponerse unos de premamá beige.
  • ¿Dónde está la grieta? - preguntó Chistian poniéndose a mi lado.
  • En el desierto del Sahara – contestó el demonio dejándonos a Chistian y a mi con la boca abierta.
  • ¿Cómo demonios vamos a llegar allí? - preguntamos los dos casi a la vez. Aislyn nos sonrió divertida.
  • Has usado la expresión correcta, mi demonio nos llevará hasta allí – nos dijo señalando a Keiran que la miraba divertido. Era completa devoción lo que sentían el uno por el otro, no había más que ver la forma en la que se miraban.
  • Podemos teletrasnportarnos allí, pero no junto a la grieta, ella emite un campo de fuerza brutal y no podremos hacerlo si nos intercepta, tenemos que transportarnos a más de cien kilómetros – dijo el nox. Keiran se puso serio.
  • Mi mujer no puede caminar cien kilómetros hasta llegar a la grieta – Aislyn se quejo al instante y refunfuño en vano.
  • Ya pensaremos como hacerlo cuando lleguemos allí – zanjó ella mientras cogía un paquete de galletitas saladas y se dispuso a engullirlas con gula.
  • Yo solo puedo llevar a dos personas – dijo Keiran - asegurate de dejar tu estela para poder seguirte - aclaró mientras sus ojos bicolor comenzaron a brillar.
  • Yo me llevo a Idris – no estaba preparada para las palabras de Xander y me pillo completamente desprevenida.
  • Ni lo sueñes – le gritó Chistian tirando de mi y apartándome del demonio.
  • ¿Qué demonios te pasa? - espeté nerviosa y confundida - ¿Qué más da quien vaya con él, uno de nosotros dos tendrá que hacerlo y quien mejor que yo. Él no puede hacerme daño – los ojos de Keiran y Aislyn se agrandaron con sorpresa y yo me puse completamente colorada, no quería tener que darles explicaciones. No hizo falta, ambos se miraron cómplices y supe que se habían dado cuenta del por qué el demonio no podía ponerme la mano encima. Que vergüenza.
  • Tiene razón gallito, no puedo tocarla... para hacerla daño – esas palabras recorrieron mi cuerpo con un escalofrió. La insinuación sexual estaba en todas partes, incluso en sus ojos marrones que palpitaban en verde con el deseo que sentía. Chistian gruñó cabreado.
  • Dejaros de estupideces – les grité a ambos.
  • Veo que esta chica tiene dos admiradores – le dijo Aislyn a Keiran en lo que intentó que fuera un susurró, pero que todos escuchamos a la perfección. Ella agrandó los ojos cuando todos la miramos y su marido soltó una risotada.
  • Te han pillado cariño – le dijo mientras la besaba en la sien.
  • No somos admiradores – dijeron los dos al unisonó haciendo que ella levantará un ceja y los mirará con superioridad.
  • Si lo sois y ahora vamos en busca de la grieta del infierno para poder cerrarla de una vez – dijo zanjando un tema que nos había incomodado a los tres.
  • Vamos nosotros primero – me dijo el demonio tendiéndome la mano. En el mismo instante que le toqué sentí un tirón muy parecido al que me había dado al tocar la piedra de los gatos que me había transportado al pasado. La sensación no fue tan mala, duro solo unos pocos segundos y no caí de rodillas al suelo ya que Xander me había cogido fuertemente por la cintura - Ya estamos en el desierto pequeña – me dijo mientras yo intentaba acomodar mis ojos a la horrible claridad del Sahara.
  • No hay más que dunas de arena y sol – dije sin pensarlo. Obviamente estábamos en el desierto ¿Qué quería que hubiera, piscinas gigantes y playas de aguas turquesas? - ¿Dónde están los otros?
  • El Nephelim es más lento que yo – concluyó Xander mientras se estiraba. Yo sabía lo que era un Nephelim, había leído miles de historias sobre ellos, no podía creerme que Keiran fuera uno de ellos. El hijo de un ángel caído y un humano. No me había dado cuenta de que el demonio se había cambiado de ropa hasta que reparé en sus vaqueros nuevos desgastados y en la camiseta negra de manga corta.
  • ¿De dónde has sacado la ropa? - pregunté ignorante.
  • Mi última cena tenia la misma talla que yo – contestó haciendo que me separara de su cuerpo con un brusco empujón. Había matado a alguien... ¿Por qué narices me sorprendía? Mi yo soñador quería mirar al demonio como un alma solitaria, incomprendida y con bondad oculta tras una fachada de tipo duro, pero nada de eso era real, él era malo, uno capaz de matarme si dejaba de servirle para sus oscuros propósitos. Una ráfaga de aire levantó la arena de nuestro alrededor. Keiran, Chistian y Aislyn aparecieron por fin junto a nosotros.
  • Quedan tres horas para que anochezca y bajen de golpe las temperaturas, vamos a ponernos en marcha – nos dijo Keiran – ¿Vas a poder caminar? - le preguntó a su mujer con rostro preocupado.
  • Claro que si, no estoy enferma – dijo ella con una sonrisa.

Estuvimos caminando por el desierto más de dos horas, Keiran y Aislyn iba a varios metros por detrás de nosotros tres y todos nos esforzábamos por seguir el ritmo de la embarazada, ¿No podíamos habernos esperado hasta que naciera el bebe? Hubiera sido más fácil para todos y sobre todo para ella, pero tenia que reconocer que no había mucho tiempo, si el ultimo humano pereciera, nuestra misión seria en vano y ya no quedaban demasiados, ni siquiera yo me podía incluir en entre ellos y mucho menos cuando Chistian y yo juntáramos el orbe para obtener la inmortalidad necesaria para penetrar en la grieta.
No sabía que nos deparaba este viaje, pero tenia la sensación extraña de que no todos íbamos a volver con vida.
Aislyn se detuvo y puso los ojos en blanco, todos nos dimos la vuelta y corrimos hacia ella asustados, Keiran nos levantó la mano y nos insto a permanecer lejos, no estaba preocupado por lo que pude relajarme durante los dos interminables minutos que duró su estado catatónico.

  • Esta teniendo una visión – nos dijo él con un hilo de voz. Los ojos de la chica volvieron a enfocarse y nos sonrió a todos como si no hubiera ocurrido nada.
  • Alguien viene a visitarnos – nos dijo con voz cantarina – una mujer hermosa... siempre supe que era una mujer – dijo después sin que ninguno entendiéramos muy bien sus palabras.
  • ¿Quién viene?¿Cuándo? - preguntó Keiran.
  • Ella – contestó señalando algo detrás de nosotros. Los pelos de la nunca se me pusieron de punta y tanto Chistian como yo nos giramos muy lentamente hacia donde Aislyn había señalado.
  • Yo – susurró una voz tan preciosa que daba miedo.
  • ¿Quién eres tu? - preguntó Xander dando un paso al frente.
  • Me llaman de muchas maneras distintas... soy la arena que pisas, el aire que respiras, el agua que bebes... lo soy todo – dijo la bella mujer. Su ropa blanca se pegaba de forma grácil y austera a un pequeño cuerpo esbelto y joven, no aparentaba más de dieciséis años, el pelo rubio brillante y los ojos azules como el cielo hacían que su imagen pareciera la de un duende.
  • Los poderes – dijo Aislyn – tú eres lo que antaño nosotros siempre llamamos los poderes.
  • Correcto, tu raza siempre me llamó así y fui yo quien te encomendó a Keiran como guía – dijo guiñandola un ojo.
  • Gaia – dije sin pensarlo, no sabía por qué, pero mi instinto me había dado el nombre de la mujer.
  • Si, ese también es uno de mis muchos nombres – me contestó con una sonrisa – estáis aquí para cerrar la grieta al otro mundo y yo he venido a ayudaros, no podéis llegar juntos a la grieta, tenéis que hacerlo por separado y él no puede ir con vosotros – dijo señalando al nox – la grieta solo la podrán cerrar ellos – nos dijo a Chistian y a mi y solo un gran acto de amor dentro de un sin fin de ira podrá cerrarlo. Hay que romperlo desde dentro y hay es donde entró yo, os voy a introducir dentro de la grieta, dentro del otro mundo, un mundo lleno de miedo, ira, dolor y venganza.
  • ¿A quienes? - preguntó Chistian.
  • A ti y a ella, Keiran y Aislyn seguirán caminando hacia la grieta donde os encontraran en unos días si todo ha salido bien y habéis sido capaces de llegar hasta la superficie de la misma, allí veremos el desenlace – dijo sin mas. Nos iban a separar, nos iban a meter a Chistian y a mi en la boca del lobo...
  • ¿Y yo? - preguntó un Xander al que vi por primera vez asustado de alguien y ese alguien era la muchacha más dulce y tierna que jamas podía existir. Era una situación de lo más antagónica.
  • Tu debes mantenerte al margen, tú seras la pieza clave – contestó la chica – no hay tiempo que perder – gritó con tanta suavidad que no sabía si denominarlo un grito o una caricia a los oídos. La arena de nuestro alrededor comenzó a levantarse. Sentía como si miles de mosquitos me picaran por todas partes, la arena me hacia pequeñas erosiones en la piel y llego un momento en el que no tuve más remedio que cerrar los ojos para protegerlos del remolino de tierra que se cernía a mi alrededor. El frió comenzó a recorrer mi cuerpo antes húmedo por el sudor de haber caminado por el desierto a pleno sol.
  • ¿Dónde estamos? - preguntó Chistian mientras me agarraba de los hombros, yo todavía no me había atrevido a abrir los ojos, aunque sabía que la tormenta de arena había cesado, tenia miedo, miedo de lo que me iba a encontrar, pero no me quedaba más remedio que enfrentarme a la idea de que ahora Chistian y yo estábamos solos dentro de la grieta. La ira y el desasosiego me inundo por completo.
  • No me toques – le grité apartando sus brazos de un manotazo.
  • ¿No lo notas? - me preguntó con voz pausada mientras abría los ojos y miraba a mi alrededor. Estábamos en algo parecido al cráter de un volcán, podía ver la luz a lo lejos encima de nuestras cabezas, pero allí abajo todo estaba en penumbra y hacia un frió muy poco normal.
  • No noto nada – le dije ya un poco más sosegada, pero la ira y la rabia seguían tirando de mi interior intentando escapar, la sensación era angustiosa y a la vez placentera, deseaba con todo mi ser dejar libres esos sentimientos.
  • ¡No seas idiota! - me dijo Chistian sacudiendo la cabeza – perdona coletas... se me va la cabeza, ¿no te das cuenta de que nuestra ira está a flor de piel? - maldita sea, tenia razón y quería pegarle un puñetazo por ello.
  • Tenemos que controlarnos, respirar profundamente y no dejar que nos controle – dije como si fuera una experta en yoga.
  • Lo dices como si fuera fácil, pero si, tenemos que intentar no perder los estribos, hay que subir a la cumbre de este volcán o lo que sea que es esto – luego se quedo mirándome fijamente a la nariz, algo que odiaba profundamente, ¿tenia un moco o qué? Fue algo instintivo y me eche la mano, note un liquido caliente cayendo por mis fosas nasales, inmediatamente note el sabor férreo de la sangre llegando a mis labios.
  • Estoy sangrando – afirmé volviendo a mirarle a él quien por alguna razón había perdido el color y estaba muy pálido, incluso teniendo en cuenta la mala y extraña iluminación de la cueva, pude ver el miedo en sus ojos.
  • ¿Te encuentras bien? - preguntó sujetándome de los hombros.
  • Si, no siento nada extraño... yo estoy... - antes de terminar la frase mis rodillas flaquearon y no caí a plomo contra el suelo porque sus brazos me atraparon segundos antes.
  • Estamos dentro del otro mundo... ¡el orbe! - cada vez escuchaba su voz más y más lejos – toma tenemos que juntar las dos mitades – no me había dado cuenta de cuando me había tumbado sobre el suelo y cuando había rebuscado en las mochilas para sacar los dos trozos de cristal verdoso. Me había puesto uno de los trozos en la mano, pero me desmaye antes de que el acercara el suyo.




2 comentarios:

Te vas sin dejarme un comentario....

Te vigilo....


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