Capitulo 4
Leah
vendó todo su antebrazo con una de las vendas elásticas negras que
utilizaba para entrenar aikido, después se puso a hacer la maleta a
toda velocidad. Mientras recogía la ropa y todos los efectos
personales que tenía que cargar llamó por teléfono a Peter y le
explicó lo que estaba pasando, le dio órdenes de no comentar nada
con los demás cazadores, y Peter la hizo prometerle que si había
problemas se pondría en contacto con él. Después y antes de seguir
llenando su maleta, llamo a la compañía de taxis para que le
enviaran uno lo antes posible. Todavía no le había dado tiempo a
digerir todo lo que estaba pasando, no había dedicado ni un solo
minuto a pensar en lo que iba a pasar, hacía mucho tiempo que las
marcas de los bewaarder no se activaban y para no engañarse a mí
misma, estaba demasiado asustada y excitada para pensar en ello.
Llamó
a O ´Hare1
para reservar una plaza en el primer vuelo disponible a Escocia, no
le resulto nada sencillo encontrar un vuelo medianamente directo al
aeropuerto de Sumburgh
y
se tuvo que conformar con tener que hacer dos escalas, una en
Heathrow2
y otra en Glasgow. Le esperaban quince horas y media de viaje en
avión y otras cinco horas de coche por las Highland escocesas hasta
llegar a Ullion, el pueblo donde vivía la mayor parte de los
miembros de la comunidad.
Cuando
tuvo todo su equipaje listo, Sun abrió la puerta del piso, Leah no
la dejó que hablara y se precipitó a su encuentro.
- Me tengo que marchar a Escocia – la escupió con rapidez.
- ¿Ahora? ¿Qué ha pasado? – dijo viéndose afligida y preocupada.
- Tengo que visitar a mi abuelo, no parece que este muy bien – no le estaba mintiendo, en parte, lo que le había dicho solo era una verdad a medias.
- ¿Quieres que vaya contigo? – preguntó inocentemente.
- No, tranquila, ya te llamare, pero creo que estaré fuera más de un mes – la dijo mientras terminaba de tachar en su lista de viaje las cosas que iba metiendo en la bolsa de mano.
- Vas a echar por tierra el semestre – esa era Sun, siempre preocupándose por los estudios.
- Ya lo recuperaré cuando regrese – si es que lo hago, pensó Leah mentalmente.
- ¿Quieres que te ayude? – Le preguntó mientras la miraba con una ceja levantada - ¿has hecho una lista con las cosas que te tienes que llevar? – preguntó negando con la cabeza.
- Si, como ves, todo se pega menos la hermosura – la dijo divertida. Sun era la niña de las listas, listas para la compra, listas para ordenar los libros, listas para hacer las cosas de forma ordenada y meticulosa, vamos, que lo único que le faltaba era hacer una lista con las actividades personales del día, Leah ya lo estaba visualizando, a las 3.00 ir a hacer de vientre, a las 4.45 ir hacer pis… su chiste mental rompió parte de la tensión que tenia acumulada en cada uno de sus músculos.
- ¿De qué te ríes? – preguntó Sun con un mohín.
- De nada, anda ayúdame a traer la maleta al salón – la dijo mientras tachaba en el papel “cepillo de dientes y desodorante”
Leah
iba a echar de menos su cuco apartamento, estaba totalmente decorado
y diseñado para chicas, solo tenía dos dormitorios, uno en cada
punta del piso, el salón y la cocina americana estaban entre los dos
dormitorios, gracias a dios, cada una tenía su propio cuarto de
baño. Los colores pastel le daban a la estancia un aire místico, la
decoración era toda muy hippie y desenfadada. En el dormitorio
perfectamente ordenado y recogido de Leah había pintado en la pared
un brillante trébol de cuatro hojas y como buena irlandesa y celta,
sus paredes estaba decoradas con símbolos y trísqueles, todo muy
bien distribuido y meticulosamente colocado, Sun siempre se metía
con ella por ese motivo, alegaba que tenia T.O.C3
y que era insoportable vivir con Leah, pero lo cierto es que la joven
simplemente adoraba ver la cosas perfectamente limpias y colocadas.
Le dolía en el alma tener que dejar su colección de trasgos en el
apartamento, pero no podía llevarse más de lo necesario.
Una
vez estuvo lista para marcharme la despedida con Sun, fue algo
emotiva y extraña, Leah no sabía si volvería, y aunque a ella le
había dicho que si, su mejor amiga no era una estúpida.
- Algo extraño está pasando, tú no eres tan sentimental ¿estás segura de que vas a volver? – le preguntó un tanto recelosa.
- Claro que si – mintió – solo es que me da pena marcharme, pero no te preocupes por mí, te llamare siempre que pueda, aunque te aviso que no será muy a menudo, el pueblo de mi abuelo todavía vive en la edad de piedra, está muy retirado de las grandes ciudades y no hay línea de teléfono fijo ni repetidores de señal para los móviles, por lo que ni hablar sobre tener Internet, pero te prometo que me mantendré en contacto.
- Está bien, ¿Quieres que te acompañe al aeropuerto? – le preguntó mientras la ayudaba a sacar las maletas por la puerta.
- No, no hay necesidad, he pedido un taxi y sospecho que ya está abajo esperándome – Leah dio un fuerte abrazo a Sun y se dirigió al ascensor intentando controlar las lagrimas. Sun era la amiga que mas quería en esta vida, había sido su mejor compañera y la amaba como a una hermana. El padre de Leah había muerto en un accidente de tráfico cuando ella tenía doce años y su madre vivía en España, más concretamente en a Toledo, no la veía muy a menudo, pero eso no significaba que no se quisieran, la adoraba más que a nadie en el mundo y se llamaban todas las semanas. Hacía ya dos meses desde la última visita de su madre y Roberto, su nueva pareja, ambos habían ido a Chicago a verla y se habían quedado una semana, había sido la mejor semana de todo el verano, cuando estuviera en Londres la llamaría para informarle sobre lo que estaba pasando, pensó Leah mientras el ascensor bajaba a paso de tortuga. Tanto su madre como su padrastro formaban parte de la comunidad y estaban al tanto sobre todo lo que ocurría, ella era una de las mejores brujas con las que contaban y en caso de que estallara la guerra, su madre no tendría más remedio que volver a Ullion para reunirse con todos los miembros.
Por
parte de su padre Leah es descendiente directa de Gabriel, uno de los
primeros bewaarder de la historia y por parte de su madre es la
descendiente de la mejor y más fuerte familia de brujas de Ullion.
El
taxi no estaba esperándola en la puerta, pero no tardo en aparecer,
gracias a Dios dio con un taxista muy enrollado que la ayudo a meter
la mega maleta en el maletero del vehículo. La bolsa de mano con
todo lo necesario, el pasaporte y demás documentos los llevaba
encima. Una mala experiencia le enseño a llevar siempre una maleta
consigo, lo que siempre se ha llamado “equipaje de mano”, no
podías cargar mucho, pero en caso de que tu otra maleta que viajaba
sola en el apartamento de cargas se extraviara, no te verías con lo
puesto. En su último viaje a Madrid la compañía aérea había
perdido su maleta, como no tenía nada mas, tuvo que espera en Madrid
durante dos días, con la misma ropa puesta, a que localizaran su
equipaje, esta vez no le pasaría lo mismo, en el equipaje de mano
llevaba una muda de ropa, todos los documentos y demás enseres
necesarios para pasar un par de días, aunque ahora no dejaban meter
líquidos ni comida en esas maletas (debido a los atentados de 11-S)
llevaba consigo lo que más le importaba.
El
taxista tomó la carretera 90 west y después prosiguió por la 190
hasta llegar a la terminal 3 del aeropuerto O ´Hare, el vuelo de
Leah salía a las 17.25, todavía faltaban dos horas y media para que
el avión despegara, le daba tiempo de sobra para facturar la maleta
y comer algo antes de embarcar.
Y
dicho y hecho, después de comerse en un restaurante, un par de
filetes de pollo con patatas y un helado, se dirigió tranquilamente
hacia su puerta de embarque. Allí comenzaba su aventura, pensó
cuando la azafata le reviso el billete.
El
avión iba hasta arriba de pasajeros, Leah se aproximó entre
empujones a su asiento. A los pocos minutos los asientos contiguos al
de Leah fueron ocupados por una pareja de recién casados, ¿Cómo lo
supo? Bien, estaban felices de viajar en clase turista, se les
iluminaban los ojos cada vez que se miraban y no dejaban de meterse
mano.
- Hola, ¿vas a Londres? – le preguntó la chica, una exótica morena de aproximadamente veinticinco años.
- No, voy a Escocia – contestó Leah quitándose los auriculares de su Ipod. Llevaban ya tres horas de vuelo y al parecer la parejita se había cansado de sobarse, ahora tocaba dar conversación a la chica soltera que viajaba a su lado, es decir ella.
- Si, tienes pinta de escocesa, así pelirroja y con esos ojos verdes tan oscuros, ¿sabes? Me encanta tu color de pelo, ¿es natural? – preguntó la muchacha mientras cogía un mechón y lo miraba. Mucha gente le preguntaba lo mismo, su color de pelirrojo era un tanto extraño, no tiraba a rubio, si no a castaño, estaba muy contenta con su color natural, le hacía ser distinta a las demás chicas de la universidad.
- Soy mitad Irlandesa y este es mi color de pelo natural – antes de que le volviera a preguntar alguna tontería, Leah atacó con sus preguntas - ¿Sois recién casados? – ¡Bingo! Gritó mentalmente, ahora le contarían toda su vida y dejarían de meterse en la suya.
- ¡Si! ¿Cómo lo has sabido? – preguntó de una forma tan inocente que Leah no tuvo más remedio que sonreírle.
- Es evidente - dijo poniéndose un poco colorada cuando su marido la miro y agacho la vista avergonzado por lo que le había estado haciendo momentos antes a su esposa.
Charlaron
durante un rato mas y después John y Nancy que así se llamaba el
feliz matrimonio se quedaron dormidos. Antes de que sobrevolaran la
mitad del camino, era aconsejable que Leah pudiera descansar un poco,
todavía le quedaban varias horas de vuelo, dos transbordos y muchas
horas de coche antes de llegar a su destino.
Antes
de dormirse estuvo recordando algunas cosas de su pasado en Ullion.
Recordaba
a los chicos mejor que nunca, Hank y Phaul eran hermanos, los dos
eran morenos y tenían los ojos verdes, mucho más claritos que los
de ella, Hank era muy serio y era el más mayor de ellos, Phaul solo
tenía un año menos que Leah, los dos hermanos eran polos opuestos
en todo.
- Leah, vamos a lanzarle a Erik y Selene unas piedras – le dijo una vez Phaul.
- Sí, eso es genial, pero si nos pillan nos la vamos a cargar – le contestó ella mientras iban trepando al tejado de la casa donde estaba Erik castigado por sus padres.
Recordaba
como si fuera ayer la bronca que les cayó, no consiguieron lanzarle
las piedras a Erik, y lo peor de todo fue que el muy canalla los
pillo y los delató, solo tenían ocho y siente años, pero el abuelo
de Leah y su madre se pusieron hechos una furia, lo que más les
enfado fue que ella se hubiera subido al tejado. A Phaul y a ella
nunca se les quitaron las ganas de hacer trastadas, sobre todo a
Erik, era su enemigo número uno, se metía con todo el mundo y desde
bien chiquitito era un arrogante, un marimandón y un creído, la
mayoría de las niñas de Ullion, siempre querían darse besos con el
“bonito niño rubio”, Phaul y ella se referían a ese hecho con
una mueca de desagrado y una arcada, a Erik eso le sentaba fatal y
siempre los estaba molestando, todavía le debían una por todas las
veces que no se pudieron vengar, como él era un año mayor que ella
y dos mayor que Phaul, siempre los tomaba ventaja, sin hablar claro
de que contaba con su súper fuerza.
Cada
uno de los Bewaarder tiene un poder propio, en el caso de Erik su
poder era una fuerza bruta descomunal, Phaul podía
teletransportarse, Hank era telépata, Selene manipulaba los cuatro
elementos a su antojo y ella era capaz de curar heridas, desde las
más leves a las más graves, pero para su desgracia solo podía
curar a los demás, no podía curarse a si misma.
Después
de divagar sobre su pasado durante un tiempo sintió como el Dios
Morfeo la reclamaba en su mundo, se dejó llevar y se quedó
totalmente dormida.
Despertó
justo cuando el piloto avisaba que tomarían tierra en Londres en
veinte minutos.
1Aeropuerto
internacional de Chicago
2Aeropuerto
de Londres
3Trastorno
obsesivo compulsivo
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