Capitulo 1
La
fiesta se estaba alargando más de la cuenta, los nuevos Manolo
Blahnik
de Leah Morgan la estaban matando, no tenía que haberle hecho caso a
Sun, le habían costado una fortuna y estaba más que segura de que
era la primera y la última vez que se los iba a poner. Adoraba sus
zapatillas deportivas, pero en ese antro no dejaban entrar a nadie
con ellas puestas. Leah intentó convencer a Sun de que le dejara
comprarse unos zapatos con menos tacón, pero no había mujer más
cabezota que Sun Letheman, así que, allí estaba, sentada en uno de
los sofás de la zona VIP con los pies en llamas, ni el alcohol que
había bebido paliaba el dolor infernal de sus pies.
Era
el cumpleaños de su amiga Lissa y al parecer había invitado a todo
Chicago, su millonario papá había pagado al dueño del club para
que esa noche solo pudieran entrar al local los invitados a la fiesta
y aun así, el local se había llenado al completo.
Leah
realmente adoraba las fiestas, y sobre todo las que Lissa organizaba,
muchos chicos guapos, pocas mujeres bonitas, mucho alcohol y buena
música.
Eres
mi mejor bailarina, sal y mueve el culo, siempre que lo haces
terminas ligando – dijo mientras se sentaba a su lado.
Hoy
no puedo ni moverme, Sun me obligo a ponerme esto – dijo señalando
sus zapatos de quince centímetros de tacón – sabes que no estoy
acostumbrada.
Lissa
se marcho a la pista de baile y Leah se volvió a quedar sola, pero
no por mucho tiempo, Nyhan Wilks, se acercaba a ella desde el otro
extremo del club.
Nyhan
estaba nervioso y confundido, sabía lo que era ella, pero ella no
sospechaba nada de él, aun así, había roto con él, estaba seguro
que la había asustado y que ella había notado sus poderes en los
momentos en los que se desconcentraba y fallaba al ocultarlos, no
tenía ninguna intención de asustarla, pero ella tenía que ser
suya, por la buenas o por las malas, no la dejaría escapar, y menos
después de haber estado con ella en su cama.
Cuando
estuvo al lado del sofá donde estaba Leah se acerco a ella y se
sentó a su lado.
Nyhan
era policía y él y ella habían tenido una aventura hacia algun
tiempo, Leah había querido terminar con la relación por miedo, era
un tipo encantador, pero había algo en él que la asustaba, a
diferencia de otros chicos con los que había estado, Nyhan era
magnifico en todo lo que hacía, era un dios en la cama y fuera de
ella, pero ella presentía que había algo oscuro en su interior.
¿Cómo
estás? – dijo después de sentarse a su lado. Llevaba unos
vaqueros negros y una camiseta roja, era musculoso y con una piel
tostada que pedía a gritos ser saboreada, su pelo rubio y sus ojos
azules le daban un aire de surfista muy característico. La mayoría
de las féminas de la comisaria se lo comían con los ojos cada vez
que pasaba por su lado, Leah siempre se había extrañado que de
entre todas las mujeres que le revoloteaban la hubiera elegido a
ella.
Muy
bien ¿y tú? – preguntó ella moviéndose un poco sobre el sofá
para estar lejos de su alcance, había bebido más de la cuenta y no
quería tener que arrepentirse de nada a la mañana siguiente.
No
quiero andarme con rodeos, acuéstate conmigo, princesa, se que lo
deseas tanto como yo – ella boqueó sorprendida por sus palabras.
¿Eso
te funciona con las tías? – le preguntó después de recuperarse
del escalofrió de pasión que la recorría, era realmente extraño,
ella sabía perfectamente que no había amor entre ellos, pero sí
que había pasión y lujuria. Cuando no estaban juntos y pensaba en
él, no sentía absolutamente nada, pero cuando estaban juntos su
libido se incendiaba. Si no fuera una locura, pensaría que es algún
tipo de hechicero, pero eso no era posible, Leah podía distinguir a
los de su clase a kilómetros de distancia y a los anakims y a los
demonios en cuanto entraban en la misma longitud de radio en la que
estuviera ella. Él no era nada de eso, o al menos eso es lo que
ella pensaba.
Nyhan
y ella se habían conocido de una forma extraña, uno de los días
que Leah había salido a cazar junto a Peter, uno de los cazadores de
Chicago, Nyhan apareció en el callejón donde estaban peleando a
muerte con dos demonios y un anakim, Nyhan los vio patearlos el culo
y ella no tuvo más remedio que borrarle la memoria, luego se
volvieron a encontrar varias veces por la calle, se hicieron amigos y
una cosa llevo a la otra, hasta que un día acabaron juntos en la
cama.
Solo
quiero que me funcione contigo, te extraño mucho – sus palabras
la calentaron como un fuego, luego notó una ola de poder emanando
de él, Nyhan había bajado la guardia otra vez y ella se había
dado cuenta y le miraba recelosa. Algunos humanos eran capaces de
generar olas de poder con sus sentimientos, pero Nyhan era el único
que ella había visto hacerlo, era como si la contagiase su
excitación. Realmente terrorífico.
No
seas insistente, me gustaría seguir manteniendo nuestra amistad,
pero si me presionas me alejaré de ti todo cuanto pueda – le dijo
ella sinceramente frunciendo el ceño.
Dejaré
de presionarte, pero solo por el momento, princesa. Tú y yo estamos
destinados a estar juntos, ¿no lo sientes? Ningún hombre normal es
digno de ti, estas marcada para ser diferente – sus palabras la
aturdieron y Nyhan deseo haberse mordido la lengua, jamás
conseguiría hacerla suya si seguía diciéndole esas cosas.
¿Qué
quieres decir con eso? – le preguntó Leah antes de que él se
levantara.
Algún
día lo entenderás y yo estaré allí – antes de que pudiera
preguntarle nada mas, se levanto y se marcho. Algún día ella sería
su reina y la tendría todos los días y a todas horas en su lecho.
Con una sonrisa satisfecha Nyhan se marcho del local.
Otra
vez volvía a quedarse sola, lo que le había dicho Nyhan no tenía
ni pies ni cabeza, si no confiara en sus poderes tanto como lo hacía
podía llegar a pensar que el lindo policía ocultaba algún tipo de
oscuro secreto, o mejor dicho, alguna misteriosa identidad.
Leah
llevaba un precioso vestido azul eléctrico atado a la espalda que
hacia juego con sus pendientes y sus zapatos, iba mas arreglada que
nunca, pero aunque la mona se vista de seda, es sabido que mona se
queda, así que dejó a un lado su fachada de chica con clase y se
quitó los zapatos para poder masajear un rato las plantas de sus
pies, la verdad es que le daba lo mismo quien le viera hacerlo o lo
que pensaran de ella, necesitaba darse alivio antes de ponerse de pie
otra vez.
Después
de un rato descalza y de haberse tomado su cuarta copa de la noche,
sintió una fuerte y no desconocida sensación de entumecimiento en
el estomago, como siempre que esto ocurría, su noche empezaba a
ponerse fea. Había demonios en la fiesta.
Más
rápido de lo que se dice ¡Zass! Invocó unas sandalias negras sin
tacón y se las puso a la velocidad del rayo. Se levantó del sofá y
fue directamente a vigilar por la pista de baile. Los demonios y los
anakims son los mayores enemigos que tenía su raza. Su gente no
tenía una palabra concreta que los identificara, pero dentro de su
comunidad había varias clases de personas, los druidas como su
abuelo Lein, las brujas, los cazadores, los vicarus y los bewaarder,
Leah pertenencia a la última clase, vulgarmente se los llamaba
guardianes, y solo hay cinco en el mundo, sus poderes son una fusión
extraña entre los de las brujas y los de los druidas, pero su misión
es otra, ellos son los custodios de la prisión de la Diosa
Ereshkigal, primera dama del inframundo y jefa suprema de los anakims
y los demonios. En el año 900 d.c, los antepasados de la gente de
Leah y los dioses, encerraron a Ereshkigal con su magia en una gran
prisión y lanzaron un hechizo a cinco hombres, “condenándoles”
así, a ser sus guardianes y mezclando los poderes de los druidas y
las brujas en ellos para que pudieran defender la prisión. Cada vez
que muere un de los cinco bewaarder, su primogénito es marcado como
su sucesor, si muere en la batalla y no ha tenido hijos entonces nace
otro niño de otra de las familias allegadas al guardián con la
marca celta que los caracteriza, pero mientras el niño crece, uno de
los vicarius ocupa su puesto hasta que el legitimo heredero cumple
dieciséis años. En estos últimos 500 años, todos los bewaarder
han muerto en la vejez, así que ahora, la generación de Leah estaba
más igualada con respecto a las edades de sus miembros.
Los
guadianés pueden vivir donde quieran, solo serian convocados si
hubiese movimientos sospechosos en el inframundo o en el exterior.
Todos ellos tienen un tatuaje celta en el antebrazo que los avisaría
del momento en el que tendrían que volver a Escocia, el tatuaje solo
brillaría en caso de que comenzara alguna rebelión, algo que no
ocurre desde 1314 cuando sucedió la caída del los templarios, que
fue culpa de los levantamientos demoníacos, el Dios Nergal corrompió
a Clemente V para vengarse otra vez de Yahveh por haberle enviado a
Ereshkigal al inframundo y el final ya lo sabemos todos, termino
destruyendo a la orden religiosa mas fiel a Dios que jamas había
existido. La cosa en aquel momento se puso muy fea, pues la orden del
temple, también era parte del ejercito de la comunidad, aunque al
principio chocaron entre sí por las diferencias religiosas, luego se
unieron a la gente de Leah de manera férrea y letal, fueron los
mejores guerreros de la historia, la mayoría de los cazadores de
vampiros actuales, descienden de ellos.
Una
vez que el tatuaje les da la señal de que algo malo está pasando,
los bewaarder dejan de envejecer y se vuelven inmortales durante el
tiempo que dure la batalla, cuando todo termina, vuelven a ser
mortales; si Ereshkigal escapara de su prisión, los bewaarder se
volverían inmortales para siempre, esa era la maldición que les
lanzó la princesa del inframundo, una maldición que intentaba
corromper a los guardianes para que la dejaran en libertad, algunos
habían sucumbido al deseo de ser inmortales y habían sido
sentenciados a muerte por el consejo druida. A Leah no le tentaba una
mierda eso de ser inmortal, no quería sobrevivir a sus hijos ni a
sus amigos y familiares, pero había gente muy codiciosa a la que
esas cosas no le importan.
Después
de danzar de un lado a otro por el local sin divisar a ninguna
criatura, se dio por vencida. No veía nada sospechoso, los
chupa-vidas, que así era como Leah los llamaba, solían ser bastante
guapos y pálidos, pero en la pista de baile había demasiadas
personas que cumplían esos requisitos. Al cabo de una hora Leah
tuvo, a través de sus poderes, la certeza de que las criaturas se
habían machado y por fin se pudo relajar y bailar un rato antes de
marcharse a casa.
¡Leah!
Ya no aguanto más, necesito dormir la mona – gritó Sun mientras
Leah se acercaba a ella.
¿Nos
vamos a casa? – la preguntó esperanzada.
Si,
necesito poner los pies en alto, pero estoy esperando a que me echen
las cartas – dijo mirando al pequeño altar que estaba detrás de
ella. Al otro lado de la mesita estaba sentada una pitonisa que
había sido contratada por Lissa para que leyera el futuro a los
invitados. Sun no tardo en percatarse de que los magníficos zapatos
de su amiga y compañera de piso habían desaparecido - ¿Dónde
están tus divinos zapatos? – preguntó alarmada. ¡Por los
Dioses! pensó Leah, la miraba como si hubiese abandonado a un bebe
en el cubo de basura.
Tranquilízate,
están guardados – mintió. Ella sabía perfectamente que unos
zapatos así no abrían durado mucho tiempo en el sitio donde los
había dejado, seguramente alguien ya se los había robado, pero
aunque le habían costado una fortuna… bien, le daba lo mismo, no
se los iba a volver a poner.
Varios
minutos después, le llego el turno a Sun de sentarse frente a la
adivina, se colocó frente a la mesita de la bruja, que para el
asombro de Leah, era realmente una bruja, y ella se sentó a su lado
para hacerla compañía. La pitonisa, una mujer de unos cuarenta años
vestida como una gitana le dijo a Sun cuatro tonterías sin sentido
sobre su futuro, seguramente no tenía el don de la clarividencia y
simplemente decía lo que la gente quería escuchar.
Justo
cuando las dos chicas se levantaban para marcharse la bruja agarro la
muñeca de Leah, instintivamente ésta hizo un giro brusco y se
deshizo de ella, pero no fue tan rápida como había pensado. La
bruja había visto su tatuaje y la miraba con los ojos como platos,
acababa de descubrir que era una bewaarder.
Siéntate
un momento, quiero ver tu futuro – Leah intentó negarse pero Sun,
muy emocionada la obligo a sentarse frente a la adivina. Ella cogió
su mano y entonces Leah sintió el poder de la bruja fluyendo por su
cuerpo, la muy arpía si tenía el don de ver el futuro, pero no a
través de las cartas como había hecho con Sun.
Tu
futuro será en un pasado, uno peligroso, tu misión será difícil
y habrá pérdidas, perderás a gente que te importa. Solo uno de
los dos hombres de tu vida será la opción correcta, si la dejas
pasar tu futuro será tan oscuro como la nada, en el amor es donde
está la fuerza para derrotar los obstáculos, habrá muchas piedras
en el camino cuando mañana tu piel brille como el sol – dijo toda
su parrafada mirando a un punto lejano de la sala, no enfrento los
ojos de la mucha en ningún momento. A Leah todo lo que había dicho
le sonaba a chino, ni las mejores brujas de la comunidad eran
capaces de predecir el futuro, por mucho que ella tuviera poder, que
lo tenía porque realmente era una bruja, Leah no creía ni una
palabra de lo que había dicho.
Muchas
gracias – le contestó educadamente mientras se levantaba y tiraba
de Sun hacia la puerta de salida del Pub.
Muy
bien, marchémonos, ya no aguanto más – dijo Sun cuando ya habían
atravesado la mitad de la sala, fue en ese momento cuando Leah
reparó en el aspecto de su amiga, la verdad es que tenía muy mala
cara, Sun era morena y de piel muy clara, los genes chinos de su
madre se mezclaban de forma realmente exótica con los genes
americanos del señor Letheman. Su piel normalmente pálida, pero
lozana, no tenía muy buen aspecto.
Cinco
minutos después estaban en la puerta del club con los oídos
abotagados por el silencio de las calles de Chicago, Leah pensó que
Chicago era silencioso, se estaba volviendo loca, se dijo a si misma,
aunque la verdad era que en comparación con el barullo que había en
la fiesta, parecía que estaban en medio del desierto de Nevada.
Una
vez se entonaron y respiraron profundamente el viciado aire veraniego
de la ciudad, se pusieron en marcha hacia su apartamento. Sun y ella
compartían un bonito piso en la calle Pearson, muy cerca del parque
Eckhart. En esos momentos estaban a veinte minutos a pie.
¿Quieres
que tomemos un taxi? – le preguntó a Sun cuando se dio cuenta de
su cojera.
No,
estoy bien, además, necesito que me dé el aire, creo que he bebido
demasiado – en eso tenía razón, Leah también tenía la cabeza
dándole vueltas por el alcohol.
Continuaron
andando en silencio y se metieron por uno de los pequeños callejones
de la calle Olso para acortar un poco la distancia. Mala idea. La
sensación extraña del estomago avisó inmediatamente a Leah de que
no estaban solas. Cogió a Sun por el brazo y tiró de ella para
andar con más rapidez, en un principio Sun se sorprendió y la
fulmino con la mirada, pero cuando comenzó a escuchar pasos detrás
de ellas su mirada cambio del enfado al miedo en cuestión de
segundos.
¡Hey
chicas! – gritó una de las criaturas que las seguían. Leah
apretó el paso, pero luego se quedó clavada en el sitio, justo
delante de ellas, al final de callejón, se encontraban otras dos
figuras cortándolas el paso. Esto se iba a poner muy feo.
¿Qué
queréis? Tomar los bolsos y dejarnos tranquilas – balbuceó Sun.
¿Quién
te ha dicho que queramos los bolsos? – dijo el demonio mientras se
acercaba a ellas. Con una rápida barrida con sus poderes clasifico
a todos los atacantes como demonios, gracias a dios esa noche no
tenía que enfrentarse a un anakim. El callejón estaba demasiado
oscuro, su visión nocturna no era como la de los humanos normales,
pero por desgracia tampoco era como la de los chupa-vidas. El idiota
que les hablaba era rubio, aparentaba treinta años humanos, por lo
que podía deducir, el rubito era el cabecilla de la colmena. Fácil.
Arráncale la cabeza a la reina y los demás se volverán locos sin
saber qué hacer, pensó Leah con una sonrisa.
Sé
lo que eres y no me das miedo, te doy una sola oportunidad, déjanos
tranquilas y no te mataré – le dijo muy educadamente.
¿Habéis
oído chicos? La pelirroja dice que nos va a matar…– les gritó
al resto de las sanguijuelas. El grupo de demonios las iban
acorralando poco a poco - ¿Qué crees que soy? – la preguntó
mirándola directamente a los ojos.
Un
chupa-sangres de mierda – le dijo ella mientras le mantenía la
mirada. En un principio pareció sorprendido por su respuesta, pero
después pensó que era simplemente un insulto.
Mi
amiga es experta en aikido, taekwondo y Kendo – soltó Sun. No es
que ella no se sintiera orgullosa de sus habilidades, pero sonó
demasiado egocéntrico. Aunque no podía echarle la culpa a Sun,
ella estaba asustadísima y no dejaba de temblar mientras Leah la
colocaba detrás de su espalda.
Muy
bien, pues que tu amiga nos enseñe algo de eso que dices que sabe
hacer – dijo el rubio de bote mientras se reía. Sin que ellos se
dieran cuenta las dos chicas estaban pegándose lentamente a la
pared, de esa manera podrían tener las espaldas más o menos
cubiertas. Había cinco demonios y cada vez estaban más cerca de
ellas. Leah no debía dejarle ver a Sun sus poderes, estaba
totalmente prohibido, pero en esos momentos no tenía tiempo de
lanzarle un hechizo de niebla para dejarla ciega o inconsciente, su
atención estaba únicamente en los asaltantes, mas tarde se
ocuparía de borrarle la memoria a su amiga. Lo único que importaba
era sacarla de allí sana y salva.
Antes
de que pudieran atacarlas Leah se lanzó hacia el rubio a una
velocidad muy desconcertante para los demonios que, cuando se lió a
dar golpes certeros a su líder, se apartaron unos metros de ellos.
Cuando Leah consiguió lanzar al rubio contra la pared con una fuerza
muy poco corriente para un humano todos se pusieron pálidos.
¿Qué
mierda eres? No eres una cazadora, ellos no tienen tanta fuerza –
espetó el líder mientras se levantaba del suelo y la miraba con
recelo.
Es
una bruja – dijo uno de ellos.
No,
soy un bewaarder – dijo ella sonriendo de manera amenazadora – y
ahora os tengo que matar a todos. ¡Elevatum
tuam!
– lanzó el hechizo apuntando con las manos a dos de los demonios
que estaban a su derecha, estos se elevaron del suelo y quedaron
suspendidos en el aire. Mientras los dejaba caer a gran velocidad
contra el suelo lanzó dos bolas de energía a otros dos atacantes.
Las bolas no les pueden matar, pero los deja fuera de combate por
unos minutos, el tiempo suficiente para que Leah consiguiera dejar a
los cinco medio inconscientes en el suelo - ¡Irivicom
mian!
– gritó ella haciendo que el palo de bambú del peinado de Sun
saliera volando hacia su mano, después fue uno por uno
ensartándoselo en el corazón. Una vez hubo terminado recitó el
hechizo final y los cinco cuerpos se desintegraron en la noche.
¿Qué
cojones has hecho? – tartamudeó Sun mientras se levantaba del
suelo. Como le fastidiaba a Leah tener que borrarle la memoria, pero
no tenía otra elección.
Easeicom
– dijo poniéndole una mano sobre la frente. Contó hasta veinte y
así la haría olvidar los últimos veinte minutos.
El
regreso a casa pasó sin ningún otro contratiempo. Sun y ella se
metieron en sus respectivos cuartos para prepararse a pasar la noche,
al día siguiente era domingo, por lo que gracias al cielo, pensó
Leah, no había que madrugar para ir a la universidad.